Muchas han sido las circunstancias que han desembocado en que la situación del turismo de reuniones en nuestra ciudad sea de auténtica gravedad. A falta de infraestructuras adecuadas, se une un desconocimiento por parte del sector de la situación real de las obras que afectan tanto al Palacio de Congresos de la calle Torrijos, como a las instalaciones del Centro de Convenciones y Ferias del Parque Joyero. Esto ha desembocado en que no se puedan hacer reservas en la actualidad para la celebración de congresos y eventos y que no se realice una promoción y una captación en el mercado nacional e internacional con la antelación necesaria. El sector del turismo de reuniones o MICE viene demostrando desde hace años ser el gran aliado de los destinos urbanos en la consecución de los mejores resultados en desestacionalización de la demanda e incremento de las pernoctaciones. El turismo de reuniones no solo produce efectos beneficiosos en el propio sector turístico favoreciendo la optimización de las infraestructuras, servicios, instalaciones y establecimientos turísticos, sino que además genera evidentes beneficios sociales y económicos, gracias a su efecto directo en el dinamismo empresarial y en la generación de actividades productivas en general. A estos efectos beneficiosos, se añaden otros, ya conocidos de los profesionales del sector, como son el elevado nivel de gasto y la capacidad de repetición del turismo de negocios o de reuniones en general.

Por todos estos motivos y como se ha puesto de manifiesto a través del altísimo índice de satisfacción de los participantes en los eventos celebrados en nuestra ciudad, Córdoba puede representar, en muchos aspectos, el modelo ideal de destino de congresos. Pero la realidad es que estamos corriendo el riesgo de perder nuestro posicionamiento en el mercado, con las consecuencias económicas que ello conlleva. Según datos del Córdoba Convention Bureau, en el 2012 se celebraron en Córdoba 45 congresos. Las obras de remodelación del Palacio de Congresos de la calle Torrijos comenzaron en el 2013 y, en la actualidad, están paralizadas. Considerando que en esos tres años con el Palacio de Congresos a pleno rendimiento hubiésemos podido realizar alrededor 48 congresos anuales, lo que haría un total de 144 congresos en los tres años. Si la media de asistentes a estos congresos, siendo conservadores, la estimamos en 250 personas, la estancia media la consideramos en 2,7 jornadas y el gasto por asistente y día lo valoramos en 600 euros, la cantidad que Córdoba ha perdido por la falta de infraestructuras adecuadas asciende a 58.320.000 euros. Cantidad que repercutiría sensiblemente en la economía de la ciudad, visto desde un aspecto global, y en los distintos agentes implicados en el sector: palacio de congresos, operadores de congresos, agentes de viajes, hoteles, restaurantes, guías turísticos, empresas de diseño e imprentas, empresas de audiovisuales, de transportes, azafatas, floristerías, taxis, comercio en general, etc.

La asociación local que presido, a finales del año 2013, presentó un estudio sobre el turismo de reuniones en nuestra ciudad y, ya entonces, se destacaba a través de diferentes encuestas realizadas a expertos locales, que no contábamos con instalaciones adecuadas para la celebración de congresos y ferias. Que llevábamos retraso respecto a Sevilla y Granada en cómo vender Córdoba en el sector MICE, habiendo una escasa promoción pública y dejando este tema a la gestión comercial de agencias, operadores de congresos y hoteles. Que había poca oferta complementaria y receptiva. Que faltaba coordinación y colaboración pública--privada. Y que no teníamos una estrategia clara de mercado y de destino a captar.

A la vista de los datos económicos mostrados y en consonancia con las sugerencias realizadas por los expertos, mis preguntas siguen siendo las mismas que las de hace años: ¿puede Córdoba permitirse casi trece años de demora entre el tiempo gastado en el fallido Palacio del Sur y los tres años que llevamos con las obras de Torrijos? ¿Somos todos co--responsables de esta situación? ¿Puede el sector aguantar sine die que se llegue a un acuerdo entre la institución y la empresa adjudicataria para resolver la situación a la que se ha llegado? ¿Puede el colectivo empresarial propiciar un entendimiento entre las partes? ¿Se es consciente de la importancia y la necesidad del Palacio de Congresos para la ciudad de Córdoba? ¿Cuánto tardará Córdoba en recuperar su posicionamiento en el mercado?

Sin querer ser catastrofista, he intentado ser objetivo y exponer aquellas razones y actuaciones que nos han llevado a una situación que, con toda urgencia, necesita de la implicación de todos los agentes para su resolución.

* Presidente de la Federación Nacional de Organizadores Profesionales de Congresos y de la Asociación Provincial de OPC