A punto ya de alzarse el telón de la Semana Santa, con el escalofrío derramándose por el alma tras la tragedia aérea que abre paso a tantas interrogantes, y entre los agobiantes cálculos postelectorales, a ver qué puede pasar con el nuevo gobierno andaluz, se perfila un tiempo para la reflexión, que es tanto como decir, un tiempo para que seamos conscientes de lo que puede pasar y de lo que nos puede pasar. Y muchas veces, en un minuto. Encima de mesas importantes, y ojalá, también, de las conciencias libres, dos informes que producen escalofrío. Por un lado, el Instituto Nacional de Estadística anuncia el comienzo de un cambio de ciclo en la pirámide demográfica al producirse ya más defunciones que nacimientos. Por otro lado, Cáritas y la Fundación Foessa advierten que las tres cuartas partes de la población española están ya en riesgo de exclusión social al no poder pagarse ni siquiera una alimentación adecuada. Los efectos más graves de la crisis económica, considerados de "exclusión severa", alcanzan ya a la cuarta parte de la población. Este informe demoledor llega a una primera conclusión: el mero crecimiento económico no genera la equidad, por lo que plantea la necesidad de reconstruir la sociedad a partir de unos valores cívicos que garanticen unos ingresos. Y más datos tenebrosos: aumenta en España de forma considerable el número de personas que nunca leen un libro. Y más sorprendente aún son los motivos por los que no leemos, como son la falta de interés o de placer por la lectura, o la falta de tiempo. Sin duda, son razones que interpelan el sistema educativo, que es la clave en la formación lectora de las nuevas generaciones y en la propuesta de modelos que ayuden a aprovechar el tiempo de un modo que construya realmente a las personas. Los datos están ahí. Y nos invitan a una reflexión urgente, en este tiempo de nuevas sensaciones y emociones.

* Sacerdote y periodista