Un año más nos preparamos para celebrar la Semana Santa, que comienza ya con el domingo de Ramos para conmemorar la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo, en la que se nos invita a vivirla con verdadero sentido religioso. Una Semana Santa en la que se presenta un Jesucristo con un proyecto de vida, un Reino fuera de este sistema social y económico y entrega su vida, muerte en la cruz, por defenderlo. Reino liberador que libera principalmente desabsolutizando y desmitificando las leyes y las tradiciones que se habían vuelto necrófilas al impedir e incapacitar al pueblo para la escucha de la Palabra del Dios vivo. El sentido de sus actos se orienta hacia la globalidad de la vida entendida como servicio a los demás en el amor. Comer con los pecadores, acercarse a los marginados, no significa sino la forma de concretar el amor de Dios sin límites hacia todos aquellos que se consideraban abandonados y excluidos socialmente. En función de este amor se puede comprender el radicalismo ético, como lo demuestra el Sermón de la Montaña y que podríamos resumir en algunos principios misericordiosos de actuación en el presente:

1. Ética de la liberación, en un mundo dominado por múltiples y crecientes opresiones: ¡Libera al pobre, al oprimido! 2. Ética de la justicia y la paz en un mundo estructuralmente injusto: ¡Actúa con justicia en las relaciones con tus semejantes y trabaja en la construcción de un orden internacional justo! 3. Ética de la compasión, en un mundo marcado por el dolor y el sufrimiento de las víctimas: ¡Ten entrañas de misericordia! con los que sufren. 4. Ética de la acogida y de la hospitalidad para con los extranjeros, los refugiados, los sin-papeles, en un mundo que excluye a los de fuera: acoge al otro como diferente. La diferencia te enriquece: ¡Trabaja por un mundo donde quepamos todos y todas! 5. Ética comunitaria fraterna en un mundo, donde predomina la discriminación de género, la violencia de género, la división sexual del trabajo: ¡Colabora en la construcción de una comunidad de hombres y mujeres iguales! 6. Ética de la incompatibilidad entre Dios y el dinero: ¡Comparte los bienes! Tu acumulación genera el empobrecimiento de quienes viven a tu alrededor.

Como dice el Papa Francisco se trata de priorizar la periferia con misericordia, repartir amor, sin límites, amarlo todo y amar a todos. Así se entiende la muerte en la Cruz de Jesucristo al que debemos de imitar, y aceptar entrar en conflicto pues su oposición nace de un proyecto nuevo sobre la existencia, un hombre nuevo, que se compadece del prójimo, concediendo el protagonismo histórico a los débiles como preferidos en el Reino de justicia y amor, colaborando así a aliviar su sufrimiento. No se trata sino de aunar fuerzas en este mundo inhumano para dar vida a las víctimas y devolver humanidad a todos.

* Estudios de L. en Ciencias Religiosas