Noviembre, en Córdoba, tiene una silueta especial e inconfundible: la imagen del Remedio de Animas, que se venera en San Lorenzo. Anoche finalizaron los cultos que organiza su hermandad --Pablo García Baena es hermano mayor honorario-- con la misa de Regla y la asistencia de representaciones de la Agrupación y de diversas cofradías. Todos se quedaron extasiados ante el "altar de cultos", colocado en el altar mayor, diseñado por el joven José Aguilera, en el que resalta, junto a su belleza estética, una profunda lección catequética. El Cristo de Animas se recorta en el centro, rodeado de cuatro ángeles, cada uno de ellos simbolizando, con los objetos que portan en sus manos, la justicia, la misericordia, la vida y la majestad, en una espléndida emulación del juicio final, subrayando con fuerza que Dios tiene siempre la última palabra de la historia. Resalta asimismo el velo de tinieblas, simbolizando la Nueva Alianza de Dios con su pueblo. Las lamparillas de aceite, como un especial recuerdo de la hermandad a las ánimas benditas. La cúpula del altar reflejando la de la basílica de San Pedro, en Roma, para conectar así, junto a Cristo, a su Iglesia, el pueblo de Dios, sacramento de salvación. Y como flores, las buganvillas que relucen, no por su aroma, sino por su color penitencial, a los pies de la cruz y como señal inequívoca de todas las cruces de la tierra. En el friso, las palabras del Señor, con la fuerza del latín: Ego Lux... , y en juego lineal con una candelería que imprime a las velas el susurro de otro mundo cálido, luminoso. Hace ya muchos años, Antonio Gala dedicó al Remedio de Animas un soneto que comenzaba así: "En tu cuerpo desnudo, amor del viento,/ beben su palidez las alboradas/ y en tus manos divinas enclavadas/ la luna siega en flor el sentimiento". Una inmensa caravana de plegarias se postra cada día ante este Cristo...

* Periodista