Niceto Alcalá-Zamora, presidente del Gobierno provisional de la II República y jefe de Estado de la misma entre 1931 y 1936, es conocido por su trayectoria política, desde el reinado de Alfonso XIII, en su condición de diputado y de ministro, hasta que en 1930 expresó su vinculación al republicanismo y ello le abrió un camino que lo condujo a ser presidente de la II República española. También fue reconocido como abogado de prestigio y como jurista, y no menos por su capacidad oratoria, pero quizás sea más ignorada su trayectoria como académico, primero en la Academia de Jurisprudencia, desde 1913, institución que llegó a presidir en 1930; luego, en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, desde 1920, en cuyo seno participaría en debates relacionados con la política de entreguerras, y donde fue el encargado de contestar al socialista Julián Besteiro con motivo del ingreso de este en 1935. Y por último, su pertenencia a la Academia de la Lengua, para la cual fue elegido cuando ocupaba la más alta magistratura, en 1932, después de que se hubiesen producido varios intentos, al menos desde 1919. Su discurso de ingreso versó sobre Los problemas del Derecho como materia teatral y fue contestado por Ramón Menéndez Pidal, quien hizo referencia a su condición de jurista, así como al comentario de Rafael Ureña cuando lo llamó "tránsfuga de la ciencia a la política", y añadió: "Sin embargo, no fue que Alcalá-Zamora abandonase el solitario y montañero camino de la ciencia, atraído solo por la mayor anchura de la política o por la comodidad y concurrencia del de la politiquería; por una parte nunca olvidó del todo los trabajos técnicos, y por otra, pruebas dio pronto de que para él la política no era la de los fáciles logros; no fue en ella jamás tránsfuga del campo del derecho, sino que siguió laborando por éste, luchando cada vez en puestos de mayor empeño, cuando no en los de peligro y sacrificio".

¿Qué labor desarrolló en la Academia? Por fortuna, la respuesta la tenemos en la excelente tesis doctoral de Félix Córdoba: Niceto Alcalá-Zamora y el Diccionario de la Academia (publicada por la Universidad de La Coruña en 2012). La pertinencia de recordar este trabajo tiene que ver con la reciente edición del DRAE, pues Alcalá-Zamora estuvo presente en más del 80% de las sesiones celebradas entre su elección y su salida de España en 1936. Solo faltó a 30 de un total de 194, con el matiz de que 15 de ellas fueron después de su destitución de abril, es decir, en circunstancias dolorosas y especiales. En su trabajo sobre el Diccionario renunció a los términos políticos y se centró en los jurídicos, de modo que, según se recoge en la citada obra, hizo más de 800 propuestas, y se le atribuyen 197 cambios, desglosados así: 8 nuevas entradas, 55 nuevas formas compleja, 72 nuevas acepciones, 59 enmiendas y 3 supresiones. De hecho, aún perviven algunas de sus aportaciones, y alguna otra, como magnicidio, se incorporaría más tarde. Como dice Félix Córdoba: "Alcalá-Zamora, lejos de considerar su pertenencia a la Academia Española como un mero honor, la afrontó como una oportunidad de poner al servicio del Diccionario sus conocimientos jurídicos y su capacidad para fijarse en el detalle, sin duda amparado por la sorprendente memoria que le asistía".

Ya en el exilio, continuaría su actividad relacionada con estos temas, con libros como: Observaciones a la Gramática de la lengua castellana de Andrés Bello (1945); Adiciones al Diccionario de Galicismos de Rafael M Baralt (1945) y Dudas y temas gramaticales (1948). En otra de sus obras dejó esta apreciación: "Conocer el léxico de un idioma es hacer su disección; su prosodia someterse a su ambiente; su ortografía, dominar su distinción; su sintaxis, comprender su genio y sentir su vida".

*Historiador