Uno de los efectos colaterales más perniciosos de la crisis es la satanización de los políticos, a los que se les adjudica en exclusividad la responsabilidad de la corrupción y la mala gestión que nos ha conducido al desastre económico y social. La lógica de la acción política de la actual monarquía tiene una serie de vicios adquiridos desde la Transición --autonomismo asimétrico, economía intervenida y subvencionada, "dictablanda" de lo "políticamente correcto"-- que ha llevado a España a ser un país insulso, amodorrado, carente de inventiva e innovación. Salvo en el fútbol. Pero a todos aquellos que desde la barra o la terraza del bar despotrican de los políticos mientras piden otra ración de churros o de chipirones cabe preguntarles, parafraseando a Kennedy, qué han hecho ellos por su país más allá de esperar que los políticos de turno le solucionen sus problemas. Teniendo en cuenta, además, que la incompetencia y la corrupción que han mostrado los políticos españoles no es más que un reflejo aumentado de sus equivalentes cotidianos. Aquél que no haga ninguna trampa, de la declaración de Hacienda al enganche de la luz del vecino pasando por la suplantación de personalidad para trincar algún beneficio, que se presente a presidente del Gobierno. Roe van Duyn era un artista holandés, seguidor del anarquismo pacifista y colaborativo del príncipe Kropotkin en lugar del terrorista apadrinado por Bakunin, y fundador del movimiento de los "provos", artistas que subvertían la obra artística tradicional creando "happenings", eventos en los que se combinaba el humor, la protesta y la innovación. Por ejemplo, les daban folletos a los agentes de la policía en los que denunciaban los abusos de... la policía. Pero a diferencia de otros artistas de la vanguardia que se convirtieron en sucedáneos de los sacerdotes, como Joseph Beuys, en una parodia del comercial de ventas, Andy Warhol, los provos pretendían ser serios a pesar de (o precisamente "gracias a") su arte burlesco. Con su teoría de "las dos manos" pretendían actuar en la realidad para transformarla a la vez que participaban activamente en política para disolver desde dentro las estructuras de poder obsoletas. De ese modo, cuidaban de ancianos, ocupaban viviendas deshabitadas, saneaban barrios. Y se presentaron a las elecciones donde llegaron a alcanzar el 11% de los votos. Y usted, estimado y preocupado lector, ¿a qué partido se ha afiliado para democratizarlo?, ¿cuántos grafitis ha borrado de las paredes de su barrio?, ¿qué blog y qué cuenta de twitter ha abierto para abrir espacios de expresión?, ¿ha sustituido el coche o la moto por la bicicleta en algunos trayectos?, ¿le ha llamado la atención a los que no limpian los excrementos de su perro o se descargan por la cara las películas que se encuentran en los cines o en el videoclub? Van Duyn propuso hacer del arte una serie de pequeños y efímeros, vibrantes e ingeniosos, baratos y efectivos happenings. Podemos también convertir nuestra vida cotidiana en una serie de happenings en los que prime la acción sobre la queja, la pasión sobre la pasividad y el apoyo mutuo en lugar del parasitismo social.

* Profesor de Filosofía