Crucemos los dedos: tras un parón que se acerca a los dos años, la Junta de Andalucía anuncia que a final de mes se retomarán las obras del Palacio de Congresos de la calle Torrijos y su intención de terminarlas en una primera fase -la indispensable para que puedan celebrarse allí eventos con un aforo ampliado de hasta 1.170 plazas- para marzo del 2018. Así se lo comunicó la delegada del Gobierno andaluz en Córdoba, Rafaela Crespín, a los representantes de la Confederación de Empresarios de Córdoba (CECO) y de los sindicatos UGT y CCOO en una reunión en la que les ofreció que participen en la elaboración del plan de usos del citado centro.

Empresarios y sindicatos dijeron que estarán «vigilantes», pero salieron contentos de este encuentro, siempre y cuando, claro está, no se mire hacia atrás, a los años desperdiciados y, con ellos, al retroceso de competitividad de nuestra ciudad en cuanto a captación de congresos, que el sector cifra en una pérdida de ingresos de 18 millones de euros anuales. Mirando hacia delante, la mayor confianza reside en que será una empresa pública, Tragsa, la que se asuma las obras interrumpidas por Aldesa, adjudicataria de la reforma y que dejó en la estacada a la Administración andaluza. La intención es dejar el edificio en condiciones de albergar congresos el año que viene, aunque la Junta anuncia una reforma más completa en fases sucesivas. El paso se recibe con alivio en un panorama de parálisis, en el que las obras del Centro de Exposiciones, Ferias y Convenciones del pabellón del Parque Joyero están también paralizadas por la empresa adjudicataria, UCOP, mientras el Ayuntamiento busca el modo de retomarlas.

Lo del Palacio de Congresos de la calle Torrijos ofrece una lectura curiosa. Descartado como centro de congresos de referencia de la ciudad por su pequeño tamaño, ha sido obviado durante una década mientras Córdoba se enfrascaba en grandes iniciativas, como el frustrado centro de congresos de Miraflores que se encargó al arquitecto holandés Rem Koolhaas, o el pabellón del Parque Joyero. Sin embargo, a día de hoy se ha convertido en el único proyecto viable de la ciudad.

Es lo que tenemos. El sector lleva años y años clamando ante un desierto de conflictos administrativos y de inoperancia, y Córdoba sigue sin equipamientos adecuados para celebrar congresos de mediano o gran aforo. Puede que la salida que ofrece la Junta de Andalucía no sea la que Córdoba necesita, pero es una solución intermedia que algo aporta, y el sector deberá no solo adaptarse a las infraestructuras con las que se cuenta -sin renunciar a los proyectos pendientes- sino demostrar capacidad de colaboración para hacer rentable eso que tanto reclama.