Lo advertía el escritor catalán, Josep Pla, cuando echaba en falta la genuina Escudella i carn d´olla: «La cocina como arte de lentitud, paciencia, moderación y calma va de capa caída. Me gustaría saber si es posible hacer algo en este mundo, si no es a base de observación y calma. Ahora se quiere hacer una cocina llamada revolucionaria». Las proclamas independentistas rememoran el seny de Pla cuando criticaba la desnaturalizada cocina payesa sustituida por la revolucionaria, con la «más repugnante demagogia». Su «cachaza payesa y sensibilidad europea» se debía a lo mucho que viajaba. ¡Ay¡ Si estos revolucionarios desmemoriados que se jactan de humillar a la Guardia Civil, tuvieran la capacidad de autocritica y realismo del escritor catalán... Otra olla herviría mañana en Barcelona: la cocina familiar de los pucheros de la burguesía rural catalana y los sabores de la infancia. Hay muchos refranes sobre la olla, la escudella. Por ejemplo, «olla que mucho hierve, sabor pierde». Refrán que aconseja no sacar las cosas de quicio, de sus trámites obligados, porque de lo contrario, o suelen perderse, o no producen el efecto deseado. Volviendo a la escudella, considerada como uno de los cimientos de la sociedad catalana, que ha venido a menos y su decadencia se acentúa. Ha sido suplantada por los instigadores de la «revolución pendiente», con la comida industrializada «made in USA»; otra de las contradicciones de estos antiamericanos, Hoy es víspera de la «olla podrida», suculento plato que en su origen era «olla poderida», palabra antigua, de mucho poderío. (El del Estado).

* Periodista