Aunque san Rafael ---que es el lunes en Córdoba aunque en el resto de la cristiandad, menos en dos pueblos de Venezuela, su día sea el 29 de septiembre, como la fiesta de los arcángeles Miguel y Gabriel-- sea el nombre de un valle del estado de Arizona, el de un cauce fluvial de Bolivia, de un glaciar de Chile, de un embalse de Colombia, de una ciudad de la provincia de Mendoza en Argentina, de un barrio del pueblo argentino de Salta, de una comuna de la región chilena de Maule y de Valparaíso, del municipio colombiano de Antioquía, de un cantón de la provincia costarricense de Heredia y de san José, de una ciudad del estado de California, de otra de la provincia de Bulacán de Filipinas, de tres pueblos de Guatemala y uno de Haití, de una ciudad del estado de Veracruz, de una colonia del Distrito Federal y de un pueblo de Chiapas de México, de una localidad del departamento de Jinotega y de otra de Managua de Nicaragua, de dos distritos, uno de Bellavista y otro de Ambo, de Perú, de un pueblo de la República Dominicana y de tres localidades de los estados de Mérida, Vargas y Zulia en Venezuela, digo que aunque la protección de san Rafael se deba a tanta globalidad geográfica para todos los cordobeses y la Federación de Peñas siempre será el arcángel que se le apareció al padre Roelas al que le dijo que era el custodio de Córdoba. Y que este año tendrá que concentrar parte de su protección en la Semana Santa, cuyos dirigentes han acordado revalorizarla en el casco histórico, por la Mezquita-Catedral y la Puerta del Puente, que aunque sea una carrera oficial con estrecheces --casi como las calles de terrazas sobrecargadas de veladores-- su belleza ampliará todos los horizontes.

Que san Rafael, que por su cometido se conoce medio mundo, además de nuestra Semana Santa que se encargue también de vigilar el comportamiento democrático de jóvenes que impiden conferencias, controle las campañas robots que en las redes sociales se inventan una realidad inexistente para favorecer a Trump, y que los partidos políticos acuerden, en el quinto aniversario del fin de la violencia de ETA, lo mejor para la paz. H