El desarrollo de la democracia ha propiciado avances en la igualdad pero ha fallado en lo que requería más esfuerzo: la educación. El absentismo, el desfase curricular, la pérdida de rutinas escolares, el posicionamiento de los padres frente al profesorado y más cosas que tienen que ver con la nula ilusión por saber y liberar para todos los conocimientos que hay encerrados en los libros es decepcionante. Todo ha incidido en un extraño desastre pedagógico en las capas populares; y digo extraño porque antiguamente, si bien la gente no pasaba de Primaria, tenía más civismo. En Secundaria, el Bachillerato está en desuso porque requiere más implicación del alumno, que, por pura comodidad, se decanta por vías educativas que le permiten pasar más tiempo echado a la bartola. A la vez, en toda esta masa de estudiantes sin metas se ha generalizado el consumo de hachís y cocaína, además del sexo sin pudor, ni precaución, ni consideración. Hoy asistimos a la pérdida de la virginidad con la llegada de la menstruación. Ellas hacen frente a la situación, pero para ellos, el embarazo significa una barrera contra la buena vida de salidas nocturnas y plato y techo en casa de los padres. En fin, que como la educación disminuye resucita el machismo que creímos en extinción. Sin embargo, es un machismo distinto por ser todavía, si cabe, más detestable: antes la mujer ocupaba un lugar al lado del cabeza de familia; bajo su mando, pero también bajo su manto. Ella ordenaba el hogar y cuidaba de los hijos mientras apoyaba a su marido en todo. Pero también aquel machismo exigía unos sacrificios al varón, que como no permitía que la mujer trabajara para dedicarse en cuerpo y alma a la casa, él se quitaba la comida de la boca por dársela a su esposa e hijos. Es decir, un hombre no podía gastarse un euro fuera de casa mientras no tuviera las necesidades de su prole cubiertas. Pero lo que vemos hoy día es otra cosa; salvo en sectores vanguardistas en que las mujeres tienen el lugar que les corresponde (no como mujeres sino como personas, que ese es el antiguo error y de ahí viene todo) en barrios populares, así como zonas en riesgo de exclusión, el hombre sigue mandando pero sin exigirse el más mínimo esfuerzo colectivo lo que ha obligado a que la mujer, aun siguiendo dominada, tenga que trabajar y no como símbolo de liberalización individual sino de supervivencia de la familia. Ejemplo, si un hombre debe elegir entre pagar el recibo de luz de su hogar o comprar un gramo de coca para irse de juerga, elegirá lo segundo. ¡Qué pocos hombres los machistas de hoy!

* Abogado