Tiene escrito el filólogo y académico Francisco Rico, al hilo de la presentación de la nueva edición del Quijote al papa Francisco, que el santo padre es un devoto lector del libro; y que más de una vez ha confesado con palabras del propio Cervantes, que comparte el juicio universalmente positivo que ha merecido la obra en sus cuatro siglos, esto es, «que los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran» (II,3). Sentado esto, por nuestra parte decir que el mejor homenaje que se le puede hacer a Cervantes en este IV Centenario de su muerte es el de que los niños no solo manoseen su magna obra sino que también la lean: en Europa se considera un libro para niños. Precisamente la falta de conocimiento que el libro sufría en España cuando tan apreciado era en otros países, determinó que se decretase en el 1920 la obligación de su lectura en las escuelas nacionales; no sin que generase polémica entre los que aplaudieron la medida, como Miguel de Unamuno, y los que la cuestionaban, como Ortega y Gasset. No obstante, puede decirse que el Quijote como libro de lectura escolar ha ocupado históricamente un lugar privilegiado en la escuela primaria hasta la Ley General de Educación de 1970, que marcó un antes y un después en la obligación de su lectura en las aulas escolares hasta nuestros días.

No es aventurado por tanto, relacionar esta larga sequía de la lectura obligada del Quijote, con el dato de que solo dos de cada diez españoles confiesen que han leído completo el libro; según el Barómetro del CIS de junio del 2015. Nosotros abogamos porque el Quijote vuelva a incluirse oficialmente en los currículos escolares como libro de lectura, recurso didáctico para adquirir otros conocimientos de tipo lingüístico, literario... Y , sobre todo, por su valor educativa a nivel de comportamiento humano. Se ha dicho que lo mejor del carácter de D. Quijote es «la entrega a sus semejantes», con cualidades como la paciencia, la generosidad, la honestidad, la cortesía y la búsqueda de la justicia, esto es, valores que fundamentan la acción humana.

El momento sería con ocasión de la anunciada reforma educativa, pactada por todas las formaciones políticas y nacida con vocación de permanencia, independiente del color del gobierno de turno; como garantía de su implantación y desarrollo. H

José Pérez Estacio. Profesor jubilado de E.S., especialidadPsicología y Pedagogía.

Córdoba.