Quizá fuera el alcalde de Córdoba el que ayer escribiera el siguiente renglón de la presente historia de Córdoba al decir en la inauguración de la reforma de la Ribera que la intervención que acababan de poner en valor de manera oficial "no sea un punto y final" ya que hay que seguir integrando ambas orillas del Guadalquivir. Dejó claro Nieto que la resignación y el conformismo no deben tener cabida en la Córdoba del futuro sino, al contrario, la reivindicación de sus sueños y la cooperación con la Junta de Andalucía. Por su parte, el presidente de la Junta de Andalucía subrayó la capitalidad cultural de Córdoba como un hecho, apoyando su piropo a la ciudad con la inmediata realidad del Centro de Creación Contemporánea (C4) y dejando abierto un horizonte a la inversión cultural pendiente de presupuesto. Las buenas intenciones y propósitos de ambas administraciones sobre el futuro de Córdoba denotan que cuando se aparcan las discusiones y se enarbola la colaboración como bandera es más fácil llevar a buen puerto actuaciones que repercutan de forma positiva en los ciudadanos. Con el espaldarazo oficial de ayer al resultado de ochos años de obras y empeños en este emblemático corazón histórico de Córdoba --en el que la mayor novedad es el Centro de Visitantes-- se abre una nueva era para una ciudad que deberá tomar a su río como una fuente inagotable de recursos tanto culturales como económicos para lo cual ya nunca podrá dejar de mirarlo y mimarlo. Al día de ayer ya no se le puede poner punto y final.