Está de moda. Mesas redondas, cursillos, asesores de imagen, expertos en comunicación, todo un equipo preparado para ofrecernos y ofertarnos «el arte de hablar en público». No es fácil. ¿Cuáles son las mejores maneras de transmitir nuestros mensajes? Actitud y determinación son los dos primeros ingredientes de la receta del éxito en casi cualquier empeño. Para hablar bien en público, además de las actitudes personales, hace falta también, como es lógico, una buena preparación. Cristina de Catalina, experta en comunicación, ofrecía hace poco diez claves para afrontar el reto de hablar en público. No es que sean una cosa del otro mundo, pero vale la pena tenerlas en cuenta: Primera, «preparación, preparación y más preparación». Pensar bien lo que queremos comunicar. Crear mensajes y articularlos para que tengan un orden lógico. Enfatizar lo importante. Segunda, «hazte entender», o lo que es lo mismo, adapta tu lenguaje al nivel cultural del auditorio. A veces, uno de los problemas es que el público no se entera o no entiende lo que decimos. Tercera, «llega al alma», es decir, ten en cuenta los sentimientos, no solo las ideas y los mensajes. Cuarta, «recítalo en alto y practica la puesta en escena», porque no basta con tener las ideas en la mente, hay que escribir la historia y después contarla. Quinta, «vigila los tiempos y el ritmo», para ceñirnos al tiempo que se nos ha marcado. Todo ha de fluir verbalmente y en tiempos. Sexta, «familiarízate con el escenario». Elige bien cómo has de hablar, si de pie, o sentado, o ante un atril, o paseando. Séptima, «viste de forma adecuada y cómoda», lo que supone tener siempre un «aire a tono con el ambiente», si ha de ser clasico o desenfadado. Octava, «repasa lo que puede ponerte en apuros», evitando «bajones» o descuidando nuestro «tono vital». Novena, «hay que prever los imprevistos», por si algo falla o no funciona, estando también atentos y preparados para preguntas difíciles. Décima, «repite aquello que te haya funcionado en otros ocasiones y mejora todo lo que no salió bien». Como vemos, vale la pena cuidarlo todo.

* Sacerdote y periodista