Las preguntas son: ¿Se puede escribir en estos días algo que no sea sobre Cataluña? ¿Sirve de algo hacerlo? Disculpen la trampa, porque son dos preguntas retóricas. Ni se puede escribir de otra cosa, a riesgo de parecer imbécil, ni va a servir para nada, por mucho que uno quiera. Me temo que al contrario.

Es tan enorme el ruido mediático, en las redes, en el último rincón de una barra de cualquier bar... Es tanta la pasión que ya hay por medio, a la que la razón se pliega después buscando miles de argumentos, mitad verdades mitad mentiras, que ya es imposible que nos escuchemos ni encontrar puntos de acuerdo. Y lo más temible es que ha desaparecido hasta el humor, esa forma de inteligencia que cuestiona la realidad para poner las cosas en su sitio. Me acuerdo cuando el programa Vaya semanita, en la televisión pública vasca, se reía de todo y de todos comenzando por la propia política vasca, tan salpicada de dolor tras varias décadas que parecía imposible buscar en ella la risa. Era intocable, sacrosántamente seria, amarga y victimista. Como ahora lo es la de Cataluña. ¿Se imaginan tomar con humor la situación catalana? ¡Imposible! Como máximo vemos sátiras hirientes hacia el contrario o sonrisas hieráticas para las fotos de prensa, pero no ese humor que comienza por reírse de uno mismo. Ese humor ya ha sido la primera víctima del conflicto. Así, propongo la que posiblemente sea la iniciativa más estúpida de las que se han hecho (ninguna) para retomar el diálogo: irnos todos de fiesta, una de esas en las que uno se da cuenta que nadie es tan distinto.

Al respecto, permítanme que les desee felices fiestas de la Merced a mis vecinos barceloneses, como se las deseo también a mis vecinos cordobeses del Campo de la Merced, que si la asociación vecinal celebra esta advocación es, precisamente, por las raíces barcelonesas del antiguo convento mercedario.

Pero me temo que ya han ganado los que querían que no nos escucháramos, que no compartamos la Fiesta que cantó Serrat. Qué triste cuando por todos los lados gana lo triste.