No son pocos los que reducen la globalización al espacio económico-financiero. Esta reducción está motivada por el hecho de que haya sido precisamente el sistema financiero el que con más rapidez ha asumido el fenómeno de la globalización. Sin embargo la globalización es un concepto que tiene sentido por sí mismo, sin que esté asociado a ningún adjetivo.

La globalización implica la toma de conciencia de que todos los seres humanos que habitan sobre este globo esférico, han dejado de constituir conjuntos separados y autosuficientes para convertirse en un único conjunto. De que los problemas que afectan a poblaciones que residen en el otro extremo de la tierra, no son problemas de los "otros", son problemas "nuestros". Es el propio concepto de "nosotros" el que ha cambiado. "Nosotros" no somos los españoles, o los franceses, o los turcos, "nosotros" somos todos los seres humanos.

La patria, ya sea la tribu primitiva, ya sea el moderno Estado Soberano, es un tipo de agrupación humana con una doble dimensión: por una parte es un modelo aglutinador de los miembros pertenecientes a un colectivo determinado; y por otra parte es un modelo creador de separaciones y barreras. No solamente crea separaciones, crea también antagonismos. El concepto de "patria" ha estado en el origen de cantidad de destrozos y de muertes. Muchos de los himnos nacionales, que aún están en vigor, están redactados con versos que expresan un visión del extranjero como un virtual agresor, un virtual enemigo. La vivencia del patriotismo recogida en estos himnos procede de una cultura que fracciona la humanidad en colectivos hostiles.

Creo que es llegado el momento de analizar con realismo y objetividad los pros y contras que la cultura de la "patria" ha deparado a la humanidad. Cada suceso bélico de los infinitos que han ocurrido en la historia de la humanidad, es recordado como una hazaña gloriosa, o como una agresión infame, según el lado de la frontera en que estemos situados. Apliquemos fríamente la razón, y hemos de concluir que hay una falta de lógica objetiva. Por irnos a un ejemplo relativamente antiguo, carece de lógica que Napoleón Bonaparte sea recordado por los franceses un héroe glorioso, y en cambio sea para los españoles un invasor; mientras que los héroes gloriosos fueron los españoles que se opusieron a él, matando cuantos soldados franceses estaban a su alcance. Objetivamente hablando, las dos versiones no pueden ser verdad.

La resolución de este dilema de verdad y error, exige un análisis del propio concepto de "patria". ¿Cuál es el origen histórico de las "patrias"? En algunas ocasiones han sido fruto del matrimonio de dos herederos de la familia reinante. Si Isabel de Castilla en lugar de casarse con el heredero de la corona de Aragón, se hubiera casado con el heredero de la corona de Portugal, la configuración de la península Ibérica en dos Estados Soberanos sería hoy completamente distinta. Portugal y Castilla formarían un Estado; Aragón y Cataluña formarían otro Estado.

Terminada la 2º guerra mundial, unos cuantos líderes políticos conciben un proyecto de Europa contradictorio con una tradición de siglos. Por una vez, sea la clarividencia de la razón, sea la ilusión de la utopía, los conceptos de Nación y de Estado Soberano dejan de predominar como proyecto político. El proyecto de construcción de Europa ha sido largo, aún no se ha terminado. Lo que creo que es importante señalar es que el modelo de integración europea se está haciendo a base de cesión de soberanía de los Estados miembros a instancias supraestatales. El proceso de construcción europea está consistiendo en ir vaciando progresivamente de contenido la soberanía de los Estados miembros, para adjudicársela a instancias supranacionales.

La globalización no ha nacido por decisión de ninguna persona, ni de ningún grupo de poder. La globalización nos la hemos encontrado. Pero como todo hecho histórico no planificado, ha nacido sin unas estructuras jurídicas, políticas, administrativas. El mundo de hecho se ha globalizado. Pero no hay instalada ninguna autoridad global, ninguna ley laboral global, ninguna normativa fiscal global. He aquí la ingente tarea política de los líderes que han de tomar las decisiones en estos albores del siglo XXI.

Nos encontramos actualmente en un momento histórico en el que un nuevo modelo cultural ha nacido, pero aún quedan residuos del antiguo modelo. Estamos asistiendo al final de la soberanía de los Estamos-Nación. Sin embargo, ello no significa que todos los Estados-Nación hayan renunciado a su soberanía. Por el contrario, los Estados poderosos que pueden ejercerla, lo hacen en beneficio propio, no en beneficio del conjunto de la humanidad.

Esta situación de transitoriedad, de una globalización a medias instalada, es el origen de la desconfianza e incredulidad que la globalización genera en colectivos contestarios.