La feria es un microcosmos en donde cabe todo y todos... Y esa es su grandeza.

Un microcosmos en el que por más que pase el tiempo, seguirá cabiendo un universo de sensaciones que aún siendo previsibles jamás dejarán de fascinarnos.

Un microcosmos en el que todos, sin excepción, hemos sucumbido alguna vez a los cochecitos que dan vueltas absurdas, hemos sentido el vértigo de la noria, el golpetazo del tren de la bruja o la fascinación por esos patitos amarillos que seguiremos pescando solo para conocer el número descolorido y de dudosa caligrafía que ocultan debajo, aunque el catálogo de regalos siempre nos depare lo mismo.

Un microcosmos en el que hay casetas de farolillos con la bandera española y jamón de pata negra; casetas de mojitos y música cubana; casetas para los políticos y sus partidos, casetas antisistema, de gays y lesbianas, de bomberos, para los abogados, de cofradías y hasta de las más insólitas asociaciones; hay casetas con pollos asados que giran y giran a cualquier hora y de pimientos fritos que nunca se acaban; hay puestos de hamburguesas --!Uranga!-- y de perritos calientes que saben a gloria; hay tómbolas en las que te lo juegas todo a un boleto, como la vida misma, escopetillas trucadas con premios imposibles de derribar y esos juegos de pinzas con las que cazar «tesoros» en los que nunca, jamas, se agarra nada, pero que aún así ahí continuan, como ese vino dulzón que desde que me alcanza la memoria bebemos con pajita de galleta y con la ingenua fascinación de creer que sale de la barrica de uvas que pisan los muñecos, porque creer todo esto nos hace felices ese mágico instante.

Un microcosmos en el que codo con codo caben los piercing mas impactantes con los quilates de los brillantes; los tacones, las cuñas, las zapatillas de marca y hasta las chanclas; los trajes de flamenca de infinitas combinaciones con los que cualquier mujer se hace bella como cenicientas de faralaes, y da igual si son de tres mil o de trescientos euros; las corbatas de seda con el pañuelito a juego, las camiseta negras de ACDC, las del mercadillo con flores; el pelo recogido, las rastas, el rapado de media cabeza, el pelo teñido de azul o el moño bajo con peineta de plata... La feria es un microcosmos en el que cabe todo y todos, porque de repente es un paréntesis de vida en el que ser feliz es el único objetivo... ¡Disfruten amigos, porque más pronto de lo deseable, anochecerá!

* Abogada