Pocas veces una iniciativa surgida al otro lado del Atlántico ha tardado tan poco en enraizar en España como el llamado Black Friday (viernes negro, en este caso como alusión a las cuentas del comercio, que pasan de los números rojos a los números negros ). Iniciado aquí hace apenas tres años --en Córdoba, una de las ciudades pioneras, es la segunda edición-- este último viernes de noviembre en que el comercio hace importantes descuentos de precios es secundado ya no solo por la inmensa mayoría de los establecimientos convencionales sino también por quienes venden on line u ofrecen servicios, como bancos o compañías eléctricas.

El gran éxito de la fórmula --Amazon, por ejemplo, batió ayer su récord de ventas en España-- se ha visto favorecido este año por la incipiente recuperación de la actividad económica. El reclamo del Black Friday es obvio: la proximidad de las fiestas navideñas, cuando el consumo llega al cénit, hace especialmente interesante adquirir ahora a buen precio lo que ya se tiene decidido comprar. Es decir, se trata de un proceso como el de los periodos de rebajas de enero y julio, pero a la inversa. Lo que no cambia es la responsabilidad y la mesura con las que es aconsejable encarar estas oportunidades comerciales: sabiendo distinguir entre lo que realmente se necesita y es útil y lo que quizá se compre compulsivamente porque es barato pero ni se precisa ni posiblemente llegue a usarse. Y no pecando de exceso de confianza, pues puede existir picaresca y que en algún caso los descuentos no sean reales, como denuncian las asociaciones de consumidores.

Pero en su inmensa mayoría es una honesta y productiva jornada de rebajas a lo grande, que en Córdoba han oscilado entre el 10 y el 50% de los precios, y a la que se han sumado más de 600 establecimientos de los centros comerciales abiertos de Ciudad Jardín, Viñuela, Santa Rosa y Centro, apoyados por el Ayuntamiento con actividades promocionales y de ocio. La Federación del Comercio ratificaba ayer el éxito de unas ventas que permitirán enjugar las pérdidas de uno de los peores meses comerciales del año, y aseguraba que el Black Friday ha llegado para quedarse. Las tiendas animadas, las franquicias y grandes superficies con grandes colas y el ambiente en la calle daban fe de que el viernes negro ha superado todas las previsiones.

En todo caso, el balance que cabe hacer de la entrada del Black Friday en nuestro entorno es positivo: por lo que supone de atractiva oferta para los consumidores y, en estos tiempos, porque el aumento de ventas revela un cierto optimismo sobre el futuro de la economía.