Los griegos inventaron el término catarsis y nos legaron el término crisis, que no es que no hubiéramos tenido antes de que ellos los inventaran ni crisis ni catarsis, pero sabían poner nombres como nadie a las cosas de la civilidad, del alma y del cuerpo. También dieron nombre a la tragedia, a la hipocresía y al cinismo, que no sé cómo se dirían en celtíbero o en tartesio. Los griegos ahora atraviesan su particular tragedia plagada de corifeos que aúllan sus lamentos tras las máscaras del no saberse ya qué son. Y, como están en crisis, ya eligieron una vez a Tsipras como la catarsis que no llegó a producirse porque Europa les hizo un griego a él y a Varufakis, que creyeron que iba a ser al contrario. Tsipras, en plan hipócrita, se tragó la última propuesta, el tercer rescate, contra lo que había proclamado en sus homilías, término ático, porque la homilética es lo suyo. Finalmente, volvió a presentarse demostrando un cinismo sorprendente al prometer terminar con la crisis, y van dos. Agonía, otro más, significa "lucha", aun sin saber ya contra qué. Y éxodo significa "salida", aunque le quedan pocas en realidad. Al final todo se resume en endogamia, término aplicable a cuando un pueblo se niega a mirar más allá, a dejar de mirarse el ombligo creyendo que merecen lo que no merecen, y todo por creer haber inventado la democracia, cuando nunca pasaron de una especie de timocracia lata, más o menos. Ay, Hélade. A ver si el Papa media, como con otros, y os saca del inframundo, empezad cambiando la retsina por el ron, al menos alcanzaréis el éxtasis, o sea, una lucidez momentánea, pero engañosa.

* Profesor