Quienes hemos desarrollado nuestra actividad docente en la enseñanza secundaria conocemos de las dificultades existentes para realizar al mismo tiempo investigaciones en nuestra materia. En mi caso particular recibí una de cal y otra de arena, pues hace unos años se me permitió gozar de una licencia para realizar un proyecto de investigación, quizás la única recompensa (si se puede llamar así) a muchos años de docencia ininterrumpida, pero a veces encontrabas trabas que cuando menos se pueden calificar de absurdas y ni siquiera merece la pena recordarlas. Baste recalcar, no obstante, que realizar un doctorado no tiene repercusión profesional alguna y solo te permite obtener puntos en el concurso de traslados. Y todo ello a pesar de que desde los institutos muchos profesores han realizado aportaciones muy relevantes. Por circunscribirme a mi disciplina, en Córdoba está la figura de Antonio Jaén Morente, con una brillante trayectoria investigadora. Más cercana en el tiempo, una figura indiscutible de la historiografía española, Antonio Domínguez Ortiz, cuya obra mantiene su vigencia.

En los institutos históricos se guarda el recuerdo de algunos de esos profesores. En Cabra he oído contar en más de una ocasión que por allí pasó Emilio Alarcos Llorach, pero sobre todo el personaje que todos los antiguos alumnos conocemos es Juan Carandell Pericay, catedrático de Historia Natural en aquel instituto entre 1917 y 1927, una etapa muy importante en la vida del mismo. Carandell tiene dedicada una calle en Cabra, una cuya antigua denominación era “Las Parras” y que tras la guerra civil fue bautizada como “Italia” para reconocer la ayuda prestada por ese país a las tropas franquistas. Un cambio acertado sin duda alguna, puesto que el profesor Carandell fue el artífice de que Cabra fuese uno de los lugares en que se reunió el XIV Congreso Internacional de Geología en 1926 y asimismo sus trabajos dieron a conocer las sierras subbéticas. Su trayectoria biográfica, docente y académica la conocemos bien gracias al trabajo de Julián García, Antonio López Ontiveros y José Naranjo, autores del libro: Vida y obra del geólogo y geógrafo Juan Carandell Pericay (2007).

En el Museo Aguilar y Eslava de Cabra, de la Fundación del mismo nombre, se recreó un aula de historia natural con el nombre del profesor, y desde el pasado jueves, para recordar los 90 años de la celebración del congreso citado más arriba, se puede ver una exposición cuyo título es El Archivo del Paisaje. Juan Carandell -geógrafo, geólogo y docente-. En el acto inaugural, el profesor Naranjo afirmó que Carandell tenía “sed de paisaje”, y en efecto eso es lo que comprobamos al ver los dibujos del profesor, con la vista siempre puesta en el horizonte, desde la sierra de Cabra, desde la de Córdoba, desde Sierra Nevada o en Madrid. Los interesados en el tema deben acudir a Cabra y visitar esta muestra que además se mantendrá a lo largo de todo un año. En el catálogo que la acompaña, además de los textos de Salvador Guzmán, Julián García y Antonio Mª García, tendrán una muestra de esos paisajes en selección de José Naranjo y como colofón un desplegable con un espléndido “tour d’horizon” desde Córdoba.

Carandell, nacido en Figueras, había llegado hasta Andalucía por su casamiento con Silveria Zurita, natural de Bujalance. Murió también en su tierra en 1937, en el municipio ampurdanés de Pals, a donde se había trasladado en 1936, pues al producirse el golpe de estado se encontraba en Madrid y no pudo volver a Córdoba. Sometido a expediente de depuración, se le tachaba su vinculación a la Institución Libre de Enseñanza, algunos testimonios hablaban de su izquierdismo y de su escasa práctica religiosa, y se le criticaba su amor a Cataluña. Se les olvidó añadir su amor por el paisaje andaluz. H

* Historiador