Un año después de su puesta en marcha, el acuerdo antimigratorio entre la UE --cuyo Consejo Europeo preside Tusk-- y Turquía no ha evitado las turbulencias entre ambas partes ni tampoco ha comportado avances en la asistencia que Europa presta a quienes huyen de sus países a consecuencia de la guerra y el hambre, y cuyas pésimas condiciones denuncian las oenegés.