En uno de los relatos incluidos en Yo, robot , Asimov imagina a QT-1 el primer robot que razona autónomamente y que tratando de justificar su propia existencia llega a la conclusión de que Dios no tiene más remedio que existir. ¿Soñarán los robots con dioses electrónicos? Lo que es seguro es que los hombres han imaginado hasta ahora a dioses más bien antropomórficos. Ha llegado la hora de un Dios diseñado a imagen y semejanza de esos peculiares humanos que son los científicos.

En 2009 se llevó a cabo una encuesta a casi mil filósofos de todo el mundo sobre cuestiones que tratan en su disciplina (http://philpapers.org/surveys/): desde si el valor estético es objetivo o subjetivo hasta si eran más partidarios de la lógica bivalente o no-clásica pasando, claro, por si Dios existe. Si estos dilemas se decidieran como el Festival de Eurovisión, me temo que Dios va perdiendo la partida. Los filósofos le han abandonado por mayoría absoluta. Concretamente un 73% se declaran ateos, un 15% teístas y el resto un indeterminado "otro" (habría que diferenciar entre deístas, aquéllos que creen en la existencia Dios mediante la razón, y aquéllos que son teístas, creyentes a través fundamentalmente de la fe).

No siempre ha sido así. Desde los presocráticos una abrumadora mayoría de filósofos han creído en la existencia de Dios desde un punto de vista racional y han ofrecido demostraciones de toda índole: la causalista de Aristóteles (siglo III a.C.), la ontológica de Anselmo de Canterbury (siglo XI), la ética de Kant (s. XVIII), la lógico-matemática de Gödel (s. XX) o la mecánico-cuántica de Tipler (s. XXI). A diferencia de la teología revelada, que se basa en dogmas, la teología natural ha ofrecido muy buenos argumentos, tan complicados de desmontar que conozco a pocos ateos que sean capaces de enfrentarlos con otra cosa que una difusa intuición sobre la no existencia de Dios, tan simple y dogmática como la de los creyentes habituales.

Si en lugar de a los filósofos tomamos en consideración a la población en general el resultado es muy diferente. En Estados Unidos menos del 5% se declara ateo (Gallup, 2005) mientras que en Europa sube la proporción a un 18% (Eurostat, 2005). Sin embargo, de manera progresiva el número de ateos (y agnósticos) se está incrementando en todo el mundo debido a la extensión progresiva de la educación (a la idea de Dios no le sienta bien que se la ponga en cuestión), la democracia (que problematiza las jerarquías dogmáticas de la mayor parte de las religiones) e incluso el capitalismo (ese "molino satánico" que decía William Blake, vitriolo para la noción de "lo sagrado").

Un poco antes de la encuesta, en febrero de ese mismo año, la Asociación Americana de Filosofía organizó un debate entre los dos campeones de ambas posiciones teológicas. Por un lado, el líder de la "secta atea", Daniel Dennett, conocido por ser el gran abanderado del darwinismo y un enemigo de las religiones a las que considera pandemias ideológicas. En la otra esquina, Alvin Plantinga, el teólogo que ha revolucionado la filosofía de la religión. El caso es que si en la encuesta "filosófica" se imponían los ateos, en el cuerpo a cuerpo (debería decir "mente a mente") las opiniones están más divididas sobre quién ganó el combate, dependiendo, obvio, de los respectivos partidarios .

Junto a Dennett, otros filósofos y científicos como Richard Dawkins, Sam Harris, A. C. Grayling o el recientemente fallecido Christopher Hitchens han declarado la guerra a la religión y a la "hipótesis Dios", argumentando que nada ganamos suponiendo explicaciones sobrenaturales y que el balance de la historia de las religiones se inclina más bien hacia el terror y la ignorancia. Sin embargo, estos abanderados del naturalismo han conseguido que desde el terreno opuesto, la creencia deísta, se afinen los tradicionales argumentos y se busquen otros nuevos como es el caso del renombrado físico Frank Tipler que en su último libro La física del cristianismo trata de demostrar, basándose en la mecánica cuántica, la existencia de Dios, la ruptura del principio de identidad en la Santísima Trinidad e incluso ofrece una explicación por partenogénesis del embarazo de la virgen María .

En cualquier caso, y se incline usted más bien por el ateísmo polemista o el cristianismo de corte científico, todos ganamos con este debate en el que la cuestión de Dios no se dirime en hogueras organizadas por iglesias inquisitoriales monoteístas o Estados comunistas ateos sino en las imprentas, las academias, los blogs y twitter. En el que los "ateístas" tratan de sustituir a la religión mediante la ciencia mientras que los creyentes luchan por hacer cada vez más científica la religión. Un espectáculo de tolerancia e inteligencia que comenzó, no lo olvidemos, con Averroes, aquel cordobés musulmán que fue perseguido por ser "ateo" y que fue ganado para su causa por Occidente a la hora de reconciliar la razón con la fe.

* Profesor de Filosofía