El retorno, la vuelta, el reingreso, el comienzo, la rentrée, esta puerta incierta que nos abre cada año el otoño, aquel sol de la infancia y aquellos días azules como dejó escrito Machado en un papel adormilado en el bolsillo de su chaqueta de muerto, es como un toro -como también dejó escrito en letras de sangre Jesulín de Ubrique--, y es también como un bombón -según el mejor filósofo del siglo XX, Forrest Gump--, o sea que el retorno, la vuelta, el reingreso, el comienzo, la rentrée, esa puerta incierta que nos abre cada año el otoño, no sabe ni Dios lo que te va a traer. Los hay que se agobian mucho con lo que llaman síndrome post vacacional, pero yo no conozco a nadie que haya tenido nunca ese síndrome; una vez lejos el tópico de la parcela y el de los cuñados (que son eso, tópicos, porque son encantadores), tópico elevado a obra de arte en las viñetas de este periódico y en el Facebook de Rafael González García, ya lejos la insidiosa arena, el mareo del crucero, las gastroenteritis, el extraño aburrimiento de los niños, y lejos los días largos donde todos alrededor parecen ir a su bola menos tú, lejos esos días que nunca acaban y que cuando por fin te dejan ver una peli o abrir un libro, o simplemente cuando por fin nadie te habla ni te pregunta, y te dispones a disfrutar del silencio, de la soledad sonora de San Juan de la Cruz y de Antonio Gala para desportillarte en el sillón con tu soledad elegida y necesaria como el aire que exigimos trece veces por minuto --según era de necesaria la poesía para Gabriel Celaya-- entonces, digo, ya no te da tiempo ni de dar la vuelta a tres páginas antes de la primera cabezada. El síndrome post vacacional es un invento de psicólogos y periodistas para llenar páginas y consultas, como las serpientes de verano, el retorno de los niños al cole -días y días en los telediarios la insoportable monserga, como si el hombre llegara a un nuevo planeta cada 15 de septiembre--. Es la puerta del otoño, por la que asoma un futuro difuminado, un panorama de risa, el ruedo ibérico valle-inclanesco de un país envilecido, encanallado, paridor industrial de monipodios. H

* Profesor