Estamos en la víspera de agosto, cuando la canícula aprieta y los grillos cantan a todas las horas de este silente mes, de siestas largas y noches cortas, de tertulias animadas y verbenas fraternales, de piscinas repletas y cines de verano, de sandías fresquitas y cafés con hielo, de aeropuertos llenos y caravanas en carretera, de aceras calientes y aires acondicionados.

Llega agosto, ese mes para huir del asfalto de la ciudad, del solar patrio que nos acoge, del erial de los proyectos eternos; ese mes para arrinconar los noticieros de la ruina, las estadísticas del desastre, para olvidar los políticos con minúsculas, para colocar el cartel de cerrado por vacaciones, por hastío y hartazgo. Las vacaciones ya no son para los escolares y los docentes, ni tampoco son un lujo para ricos, sino una necesidad de todos. Porque necesitamos romper con las rutinas, salir de los paisajes cotidianos, cambiar de hábitos, vaciar nuestra mente llena de contenedores inservibles, de ideas caducadas, de vivencias estériles, y recomponer filas.

Agosto en Córdoba te derrite y te aplasta...Donde queda quien no puede marcharse. Si no puedes irte al extranjero más allá de la frontera, vete al norte de Despeñaperros; si no puedes viajar a la orilla de la playa, acude al campo o visita tu viejo pueblo, donde se hunden tus raíces y dejaste esa familia que cada vez visitas menos. Pero huye de lo de siempre, sal de tus usos, abandona la trinchera, descubre otras realidades, otros horizontes. Date un poco de oxígeno en tu vida, carga las baterías consumidas y extenuadas de un año largo y escarpado. Repiensa estas semanas tus proyectos, replantea tus metas y endereza tus senderos. El que en verano no trilla, dice el refranero, en invierno no come.

Leo Tolstoy decía que la felicidad consiste en vivir cada día como si fuera el primer día de tu luna de miel y el último día de tus vacaciones. No vivas agosto como el mes del tedio y la abulia, sino como un bálsamo para las heridas, como una terapia antiestrés y contra la mala uva, como una oportunidad única; devóralo como si fuera el último que tienes, saboréalo de forma compartida entre quienes son importantes en tu existencia; haz esa cosas que siempre quisiste y relegaste; disfruta de los días luminosos y contempla las estrellas que nos acompañan, deléitate, date un capricho y vive. Date prisa, porque como escribía el poeta "...verano que alumbras, poco a poco te vas...".

* Abogado