pREPUBLICANO

nLa provocación (brevecuento con moraleja) N

***Diego Igeño Luque

***Córdoba

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Sí, lo confieso, soy un provocador. Nunca lo había sospechado, pero el sábado pasado un insigne señor me lo espetó, de golpe, sin anestesia, a la cara. Es el caso que llevaba conociéndolo, es un decir, un montón de años pero nunca me había dirigido ni una palabra. El otro día lo hizo. Se acercó a mí y me afeó el hecho de que en el ojal de la chaqueta llevase una bandera republicana. Me dijo que si no sabía que era anticonstitucional, me hizo un interrogatorio para que le ubicase la fe de bautismo de la enseña roja y gualda y me hizo repetir, regodeándose para sus adentros, el nombre de España --me dio la impresión de que, ofuscado, creía que este concepto es patrimonio exclusivo de cierto sector ideológico del país y que los que nos sentimos republicanos no podemos ni mencionarlo, como si nos diera urticaria o algo por el estilo--. Tras el consabido lugar común de relacionar República con Anarquía, finalmente me tildó de provocador. Así, por las buenas, por el mero hecho, insisto, de portar una bandera republicana en la solapa. En todo el rato de conversación, pasé de la curiosidad a la preocupación, y de ahí a la indignación.

Como prometí que el cuento tendría una moraleja, aquí la llevan ustedes: guárdense mucho de expresar sus simpatías republicanas y oculten su bandera en el más recóndito rincón de su casa, o mejor aún, sepúltenla en la cuneta de cualquier camino, porque la intolerancia sigue campando por sus respetos en este país llamado España. Qué más da que una sentencia de la sección novena de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid considerara legal su exhibición, amparándose en dos principios desconocidos por ese señor: la libertad ideológica y la libertad de expresión.

pFELICITACION

nAurelio Teno y la

Puerta del Puente N

***Alfonso Gómez López

***Córdoba

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Mi deambular mañanero, lejos de los reclamos lúdicos o sindicales, me llevó en la soleada mañana del 1 de mayo a la Puerta del Puente y creo haber acertado plenamente. Un buen amigo hace unos días me aconsejó el paseo y yo, a mí vez, lo aconsejo a todo aquel que me lea. Un rato, verdaderamente, delicioso es el que pasé en aquel paraje en el que juega un papel preponderante la exposición que al aire libre han tenido el acierto de montar con diversas esculturas en hierro del Quijote de Aurelio Teno. Mi felicitación para los padres de la iniciativa. El conjunto es un dechado de buen gusto, estilo y sensibilidad y me extasiaron particularmente un gran Quijote que se muestra a la entrada del centro de atención al visitante y el que se exhibe bajo la Puerta del Puente. Un vecino de excepción. El espléndido Triunfo a San Rafael adornado con una bella cruz y macetitas a su alrededor.

Los comentarios que escuchaba no dejaban duda sobre el acierto de la exposición y los turistas nacionales y extranjeros se afanaban por fotografiar aquellas insólitas esculturas que reproducían a un don Quijote famélico y escuálido pero cercano y entrañable. Muy cerca una jovencita muy linda ataviada con un uniforme y portadora de un carrito, invitaba, con la mejor de sus sonrisas, a degustar diferentes tipos de aceite. Lo que también es de agradecer.