Cuando, procedente del mundo de la consultoría de organización de hospitales inicié, en el 96, mi residencia en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba, comencé a sufrir alguno de los problemas estructurales que detecté cuando trabajaba para la compañía americana Ernst&Young y realizábamos auditorías operativas a grandes hospitales públicos de prácticamente todos los sistemas de salud por entonces transferidos y del Insalud.

Lo primero que me llamó la atención de un sistema sanitario del que los políticos definían como el mejor del mundo, era que los gerentes y el resto de cargos directivos no eran profesionales. En hospitales de tercer nivel con plantillas de varios miles de personas el gerente era un intensivista harto de serlo o similar con ninguna formación financiera. Descendiendo en la escala de mando, los jefes de Servicio (vitalicios) eran médicos sin formación alguna en gestión de recursos humanos, en coaching, en liderazgo...

Un gerente de un gran hospital debería ser médico y economista con un máster IESE o Esade o similar en gestión sanitaria y poder acreditar al menos 10 años de experiencia como adjunto a la Gerencia de un hospital similar. Apenas si he encontrado ese perfil. He conocido gerentes médicos, economistas y enfermeros en general sin una sólida formación financiera. En el colmo del esperpento, una técnico de radiología que actuaba de facto de jefa de Servicio en un grupo de clínicas privadas de un rincón de Andalucía se permitía, y le permitían, hablarle a los radiólogos de la calidad de sus informes; les aseguro que no es un mal sueño, es increíble pero cierto.

La buena medicina es una combinación de ciencia y arte en proporciones discutibles que requiere vocación y entusiasmo. Se puede salir del paso sin vocación ni entusiasmo pero no se puede hacer auténtica medicina sin esos dos ingredientes.

Los médicos, enfermeros, técnicos y demás profesionales sanitarios... Han aceptado tantas faltas de respeto de sus gestores por temor a ser represaliados que ahora sufren la peor de las represalias, la que se inflige uno a sí mismo por no haberse plantado cuando lo tuvo que hacer. Los contratos al 75%, por ejemplo, son una falta de respeto no tanto para los que empiezan sino para los que han tenido que renunciar a interinidades para acogerse a este tipo de contratación cicatera que acaba con cualquier atisbo de ilusión y de futuro.

Los gestores de la miseria les han quitado el pan y la sal a los profesionales y, lo que es peor, a los enfermos. Algunos pacientes acuden ingenuamente a la medicina privada en busca de soluciones "por el dinero" como decían los pacientes que venían de los pueblos con los billetes apretados con una goma elástica y, por supuesto, sin tarjeta de crédito. En otro artículo hablaré de cómo hubo empresarios que ganaron dinero aprovechándose de la mala gestión que provocó que decenas de miles de resonancias magnéticas, muchas de ellas mal indicadas, se realizaran e informaran fuera de los hospitales. Alguno de esos empresarios no vive ahora sus mejores Lunas. La medicina privada es rehén de la pública; en Radiología, por ejemplo, se contrata a precio de saldo a jóvenes radiólogos sin experiencia para que realicen todo tipo de exploraciones, estén o no preparados para realizarlas, y cometan errores diagnósticos que ningún radiólogo experto podrá corregir como ocurría cuando estos jóvenes hacían la residencia en un hospital público. Lo importante para muchos gestores es la producción porque para ellos un informe bueno y uno malo tienen el mismo valor. En función de su calidad divido a los informes radiológicos en tres grupos: los que se deben leer, los que se deben no leer y, finalmente, los que se deben destruir por ser peligrosos para el enfermo.

Y ahora que venga el político de turno a decirme que la Sanidad española es la mejor del mundo. De eso nada, Alemania, Francia, Suecia, Noruega, Dinamarca, Holanda, Bélgica... Están muy por encima de nosotros. Los que sí son verdaderamente los mejores del mundo son nuestros médicos, enfermeros, técnicos y demás personal sanitario... Que llevan décadas sacando las castañas del fuego al sistema y soportando al político o al gestor iluminado en Granada, o fuera de la ciudad nazarí, diciendo aquello que le han dicho que le conviene decir.

La caída del Sistema Español de Salud en su conjunto (no hay diferencias significativas entre las distintas comunidades autónomas) es un drama de dimensiones bíblicas porque muchos profesionales se han dejado literalmente sus vidas en su construcción y su decepción existencial se percibe en la certeza de que ya vivieron lo mejor de sus vidas profesionales y que de ahora al final solo queda sobrevivir... Pero ¿qué saben los políticos y los gestores de la vida y la muerte en un hospital? Lo mismo que nosotros de su trabajo... Nada.

* Doctor en Medicina, radiólogoy licenciado en Derecho.