En la Biblioteca Nacional se recuerda estos días que ya hace medio siglo murió Azorín. Se exhiben algunas de sus obras editadas durante tres siglos: XIX, XX y XXI. Ahora casi nadie las lee. Yo, sin embargo, releo a Azorín en sus obras completas que compré recién llegado a Madrid en 1952. La editorial Aguilar me entregó por 100 pesetas nueve tomos. Era el primer plazo y mi primera compra de buena literatura pagando mensualmente veinte duros. Fue una de las razones de mi visita a la Biblioteca Nacional en Madrid donde se le rinde un sencillo homenaje para que no caigamos en el olvido del Azorín clásico pero a la vez moderno. Hay otra razón, hablé con él en su casa madrileña al acompañar a Marino Gómez Santos que escribía en Pueblo una sección llamada Pequeña historia de grandes personajes. Llevé conmigo el tomo III para que me lo dedicase. Y esto escribió con una letra temblorosa: «A Manuel Piedrahita cordialmente 24 en 58». Tenía en aquel lejano enero 84 años. Un manual de mi época de bachiller aconsejaba leer a Azorín para que «escribáis como él». Fue un verdadero clásico y a la vez un autor moderno. Se ha dicho de La Voluntad que es la primera novela vanguardista de España. Sus Horas en Córdoba de su obra Hombres y paisajes (1909) describe con primor los patios: «Yo prefiero los de las casas humildes, de las casas ignoradas». Su cuento navideño El primer milagro, es muy original y lo inicia así: «En Belén: año primero de la Era Cristiana».

* Periodista