Pablo Iglesias llama "subnormal" a Carmona, un par de concejales de Carmena plantean guillotinar a Gallardón mientras cuentan chistes sobre judíos incinerados y, por último pero me temo que no finalmente, una concejal de Ciudadanos denuncia insultos y amenazas. Nada me sorprende porque Monedero ya nos advirtió de que su "cambio" consiste en que "el miedo se pase al otro bando". Los dos minutos de odio que previó Orwell para ambientes totalitarios en 1984 van a ser transformados por la extrema izquierda (y la extrema derecha se apuntará al show) en un montón de horas, días, semanas, meses de escraches en 2015.

El "cambio" de los de Podemos se ha caracterizado hasta el momento por haber pactado con Bildu, prometido sus cargos "por imperativo legal" mientras juraban traer la "república catalana" y borrar a toda prisa sus cuentas en Twitter dado que habían escrito bromas sobre las víctimas del terrorismo. Lo de "imperativo legal" significa que es una promesa hecha con los dedos cruzados. Un fraude envuelto en un engaño dentro de una falacia. Como ya ha anunciado Colau, piensa incumplir las leyes en cuanto pueda y la dejen, lo que dado el precedente de Artur Mas será más bien pronto que tarde. Colau puede remedar a Companys-34 mejor que el presidente de la Generalitat porque es tan irresponsable como él pero, además, le saca ventaja en el brillo de su (inexistente) sentido del ridículo.

Con todo, lo que me parece peor es que Manuela Carmena haya decretado el fin del "usted" en el pleno del Ayuntamiento. Que me fusilen, vale, pero por lo menos que no me tuteen. Además, las feministas de guardia (Alba Mendiola, una de las candidatas en la lista de Ahora Madrid se define como "feminazi") no han dicho ni pío de la concepción que tiene la nueva alcaldesa de las mujeres como especialmente dotadas "para el cuidado" que ha remachado mandándolas a limpiar. La doble moral de la extrema izquierda se revela precisamente en la diferencia de criterio cuando miden el peso de la paja ajena y la viga propia. Imaginen lo que pasaría si Esperanza Aguirre llamase "subnormal" a Errejón, tuiteara chistes crueles sobre Eduardo Madina o defendiese que las mujeres se caracterizan por ser más sensibles que los hombres. Uno se acuerda de Roy en Blade Runner y su "he visto cosas que no creeríais".

Ya han llegado los de Podemos al abismo de Helm de los ayuntamientos. Y se confirma lo que nos temíamos: en lugar de elfos salvadores vienen en plan de orcos destructores. La extrema izquierda vinculada a la política utópica (estratégicamente descafeinada), la estética feísta (modernizada a través de Zara), el asalto mediático (departamento de marketing incluido), la amenaza táctica (con Twitter como notario) y la enciclopédica ignorancia (adobada, eso sí, de irradiante retórica). "No despreciéis el poder de la fealdad, porque es la puerta de entrada de la estupidez y ésta lo es a su vez de la maldad", nos advierte Sánchez Ferlosio en su recién publicado Campo de retamas .

En cualquier caso, nosotros, simples y montaraces humanos, tiernos e inocentes hobbits o rocosos y desconfiados enanos, alucinamos con la peña de repente reconvertida en casta, con trucos cosméticos como el de desplazarse en bicicleta o poner fotos anarquistas en lugar del Rey, pero echándose para atrás en sus promesas electorales como los políticos habituales. "Discite moniti ", "están ustedes advertidos", escribió Georg Lukács en el libro en el que denunciaba el asalto a la razón por parte de las tribus irracionalistas. Además, sospechamos que da igual que nos salven o nos destruyan: al final vamos a pagar igual justos por pecadores. Porque los malos son malos, pero los que van de buenos son peores.

*Profesor de Filosofía