La poquita paga de la semana que tenía de niño, la que me mandaba mi tía Ana María desde Madrid, me la gasté durante dos años en coleccionar aquella serie Historia de Aquí, que escribió Antonio Fraguas Forges. Y es que si la reciente la historia de España tiene sus héroes de la Transición (los padres de la Constitución, Adolfo Suárez, Gutiérrez Mellado, el Rey aquel 23-F…), seguro que cada cual que ya peine canas y calvas atesora de aquella época sus figuras históricas personales. Las mías, como ya he dicho primero fue Ana la que me mandaba aquel ocasional dinerillo desde Vallecas: mi solidaria, socialista, activista, poeta, enérgica y andalucista tía, superiora de una comunidad de hermanas de la Caridad, que aún a sus 92 años conjuga todo eso y más. ¡Qué mujer! El único himno que me enseñó, a finales de los años 70 en Madrid no fue religioso, sino el de Andalucía. Con eso lo digo todo. Y me lo explicó palabra por palabra, mucho antes de que la verde y blanca luciera en coches oficiales.

El segundo mito personal de la Transición fue ese Forges en los que me gastaba aquellas 95 pesetas semanales. Sin nombrar en los cuatro tomos de su Historia de Aquí la palabra España (un nombre que había monopolizado y manoseado el franquismo hasta la repulsión), Forges la reivindicó como nadie. Aún coincido con Forges en que España más que «una unidad de destino en lo universal» es un entramado de comunidades, singularidades, grandeza y solidaridad de, posiblemente, el pueblo más individualista del mundo. Un pueblo que, aunque no se entienda en otros países, tiene más claro que ellos lo que es y lo que le une, aunque sea dificilísimo explicarlo.

De Forges es la frase «conozco a mucha gente inteligente que no tiene sentido del humor… pero no conozco a ninguna persona con sentido del humor que no sea inteligente». Y siempre he pensado que, quizá, lo que le ha faltado y le falta a nuestra historia y sociedad no es tanto los que van de listos sino un fino, sensible, amable, autocrítico e inteligente humor. Feliz Día de Andalucía. Gracias, Forges.