Primero. Rajoy se presenta a la investidura sin la tremenda losa de soledad que acompaña al PP. Tendrá 170 votos a favor. Insuficientes, pero respaldados por un acuerdo sólido.

Segundo. Rivera se mantiene en el primer plano. Puede vender una actitud activa ante el bloqueo político. Pero, tras firmar en febrero un acuerdo con el PSOE y hacerlo ahora con el PP, queda retratado como partido bisagra, no como alternativa.

Tercero. Ciudadanos no logra imponer su programa regeneracionista. Ha puesto unas condiciones sobre la corrupción muy manejables para el PP.

Cuarto. Supresión del Senado y de las diputaciones, dos enseñas de Rivera, quedan en el limbo.

Quinto. El PP salva lo esencial de su reforma laboral. Ciudadanos no cuela uno de sus productos estrella: el contrato único.

Sexto. Rivera se pega un tiro en el pie con la elección directa de alcaldes, que favorece hoy por hoy al PP y al PSOE.

Séptimo. La reforma del sistema de elección del Consejo General del Poder Judicial es un logro de Ciudadanos, pero es un brindis al sol dada la composición de la Cámara.

Programa social

Octavo. Ciudadanos logra marcar perfil al introducir medidas sociales y comprometer al PP a consignarlas en el presupuesto. Un dardo envenenado contra el PSOE. ¿Cómo argumentará Sánchez no apoyar ese programa social?

Noveno. Rajoy puede presentarse ante la opinión pública con el mensaje de que él ya ha hecho su trabajo. Más presión para los socialistas.

Décimo. Asuntos como la reforma de la ley electoral quedan enunciados como una hoja de ruta, pero sin mayores compromisos.

Undécimo. Ante la previsible derrota de Rajoy en este debate de investidura, el PP queda mejor situado que la oposición, a la que pasará la pelota a partir del viernes.

Décimo segundo. Tras este acuerdo y la fallida investidura de Rajoy, los partidos no atenderán tanto a los resultados de las elecciones vascas y gallegas del 25 de septiembre, sino a las encuestas que se vayan conociendo después del debate de esta semana.

Periodista