El reloj marca las dos y cinco de la tarde. Algo más de cuarenta grados a la sombra. Las campanas de las iglesias comienzan a repicar cuando un autocar asoma por Los Cuatro Caminos y avanza lentamente por la avenida de Andalucía. Es 2 de julio de 1989 y San Francisco Solano regresa a su ciudad natal cuatrocientos años después.

Este mes se han cumplido 25 años de una efeméride excepcional. Inenarrable. Montilla se echó a la calle para recibir el cráneo de su patrón, procedente del convento de San Francisco de Jesús de Lima, en Perú. La ciudad entera rompía en aplausos y vítores dedicados a Solano en cuanto el sagrado cráneo descendió del autobús, que había llegado a Montilla escoltado por un pelotón de la Peña Cicloturista.

La reliquia fue recibida a la entrada de la Puerta de Aguilar por el vicario de la Campiña, Pedro Gómez Carrillo, y por el párroco del Santo, Rafael Cerrillo que, bajo palio, emprendieron un multitudinario cortejo hasta el Ayuntamiento, donde aguardaba la Corporación Municipal con el alcalde, Prudencio Ostos, a la cabeza.

Tras la recepción oficial, la reliquia logró abrirse paso entre la multitud para regresar a la parroquia de El Santo, levantada precisamente sobre el solar donde, 440 años antes, había visto la luz el Evangelizador de las Américas. Durante los quince días en los que el cráneo de Solano permaneció en Montilla, no dejaron de sucederse actos en honor del patrón, cobrando especial sentido las visitas a los conventos y a los domicilios de los enfermos de la localidad, que pudieron rezar ante el hermoso relicario plateado que contenía el cráneo de su paisano más querido.