El pasado viernes, 16 de marzo, por la tarde, hemos visto frustrada nuestra visita al yacimiento de Medina Azahara, un grupo de 83 alumnos de un instituto de enseñanza secundaria (IES) de Ubrique. La razón ha sido el tiempo perdido en una lanzadera innecesaria (el autor de la carta se refiere al autobús que lleva desde la explanada del centro de interpretación hasta la entrada del conjunto arqueológico, y que es el medio de transporte obligado para todos los visitantes), ya que llevábamos nuestro propio autobús. He venido, como profesor de 31 años de ejercicio, muchas veces a Medina Azahara, y nunca he tenido problemas, hasta ahora. Hay que entender lo apretado del horario, cuando se viene a Córdoba desde tan lejos, y ese tiempo perdido con la lanzadera es precioso para poder cuadrar la visita. No quiero provocar ninguna polémica, solo animo a la reflexión.