Admito que todavía me cuesta trabajo manejar el euro y añoro aquellas pesetas con las que me enteraba muy bien de lo que costaba cada cosa. Pero no es lo mismo la añoranza que la decadencia: he encontrado, entre el antiguo hospital militar y las vías del tren, un solar, aún vacío, en el que se anuncia en un cartel la futura edificación de viviendas...¡A 22 millones de pesetas!