La localidad de Obejo celebró ayer uno de sus días grandes, la festividad de su patrón, San Benito Abad, a la que acudieron miles de vecinos y visitantes llegados de muchos puntos de España. Pero el momento más esperado es el de la Danza de las Espadas, conocida como bachimachía o ballimachia -palabra derivada del nombre compuesto baile-lucha- que es desarrollada por un grupo de danzantes de la hermandad de San Benito, que la mantiene y financia. Su hermano mayor es el teniente de alcalde, Antonio Ruiz. Este grupo de vecinos ejecuta el baile vestidos con chaquetilla corta de paño, camisa blanca, pantalón, fajín rojo y botas, portando espadas de hierro forjado en sus manos.

Avanzaban delante del santo, en hileras y con las espadas como nexo de unión, ejecutando el baile en todos sus movimientos: fila de a uno, en simple, doble o cuádruple hilera, casi saltando o andando, pero siempre marcando el ritmo que le dictan los músicos de forma reiterada. Así llegan al momento culminante, el ahorcamiento simbólico de su principal, formando un círculo en torno a su cuello hasta que desfallece. En ese momento se paró la música y a un golpe de pandereta el maestro se deslizó por un lateral, saltando y deshaciendo el laberinto de danzantes y espadas. Tiene su origen en el siglo XIV y congrega hasta en tres ocasiones -enero, marzo y julio- a miles de personas para ver en vivo una celebración singular, en la que participan 40 personas y que simboliza el arte guerrero de los pueblos bárbaros.