Estadio: El Arcángel

Asistencia: 17.182 espectadores

Terreno de juego: Regular

CÓRDOBA: (1) Juan Carlos, (17) Gunino, (2) Pantic, (3) Crespo, (11) Edimar, (15) Deivid, (7) Rossi, (24) Bebé, (10) Fede Cartabia, (14) Ghilas y (28) Florin Andone. Cambios: (20) Zuculini por Rossi en el 63', (9) Héldon Ramos por Florin Andone en el 67' y (23) Abel Gómez por Deivid en el 82'.

ALMERÍA: (1) Julián Cuesta, (2) Míchel Macedo, (6) Mauro Dos Santos, (5) Trujillo, (16) Dubarbier, (15) Corona, (7) Verza, (8) Wellington Silva, (23) Soriano, (17) Edgar y (9) Thievy. Cambios: (32) Romera por Wellington Silva en el 75', (24) Espinosa por Soriano en el 78' y (22) Thomas por Thievy en el 88'.

LOS GOLES

1-0 (10') Fede Cartabia, de golpe franco desde la corona del área rival aloja el balón en la escuadra.

1-1 (61') Míchel Macedo fusila a Juan Carlos tras un desbarajuste defensivo cordobesista en banda izquierda.

1-2 (66') Míchel Macedo empuja a la red tras error garrafal de Juan Carlos, primero, y de Pantic, después.

EL ARBITRO

Martínez Munuera (C. Valenciano). Regular. Amonestó a los locales Rossi (17') y Bebé (37') y a los visitantes Dubarbier (35'), Thievy (56'), Wellington Silva (71'), Soriano (73') y Trujillo (86').

LA CRÓNICA

Repaso a la misma lección, dividida en varios temas. En Primera (casi ni en Segunda) no vale con estar sobre el césped uno de los dos periodos. En Primera se debe al menos aspirar a controlar el encuentro aunque no se hagan ocasiones, máxime si se va por delante en el marcador. En Primera, da igual si se tiene delante al Real Madrid, al Barcelona o al Getafe o al Almería, si se ha puesto al rival en el brete de ir por detrás en el electrónico se ha de jugar al ritmo que impone uno y no dejar al adversario opciones para intentar levantarse. En Primera, en definitiva, hace falta más picardía y veteranía (no necesariamente por años) dentro del verde y algo más de idea al borde de él. El Córdoba hizo ayer una primera parte más que aceptable ante un rival que presentaba mayor peligro del que aparentaba, no lo remató cuando tuvo ocasión y terminó pagándolo en un segundo acto en el que los de JIM dieron un pasito adelante para obligar a recular a los de Djukic, que no anduvo excesivamente fino, y finalizaron haciéndose el harakiri con un desajuste defensivo, una cantada notable de Juan Carlos y un error de decisión de Pantic al final. Luego vino el aturullamiento, el querer arreglar las cosas deprisa y corriendo y, ahí sí, el Almería le demostró al Córdoba cómo se afronta con madurez un resultado a favor. En los tres últimos encuentros en casa el Córdoba se adelantó en el electrónico y se dejó empatar por el Eibar y ganar por el Real Madrid y el Almería. Cuesta mucho ganar en Primera, y no solo por el dato goleador, sino porque mantener un resultado favorable es lo que distingue a unos equipos de otros. Y al Córdoba, eso, aún le cuesta. Horrores.

En contra de lo que pueda parecer, el encuentro comenzó igualado, apenas unos tanteos de unos y otros y la sensación errónea de que se avecinaba un duelo trabado. Pero Fede Cartabia rompió el guión con un golazo de golpe franco directo tras una falta (más que dudosa) sobre Edimar en la corona del área. El disparo del argentino, precioso, fue imposible para Julián Cuesta. El segundo Córdoba-Almería, que se iniciaba tras la maravilla de Cartabia lo hacía con un conjunto almeriense bastante afectado tras saltar su guión en añicos y con un equipo blanquiverde que crecía, generando algo de juego y bastantes ocasiones. Florin Andone se topaba con la madera (min. 22) y con Cuesta (min. 28) tras sendos remates de cabeza. Bebé apareció en todo el partido en esa fase, tras sucesivas combinaciones con Ghilas y con Fede Cartabia. Finalmente, el luso ponía un centro perfecto al borde del área pequeña, tras el que Florin se adelantaba a Trujillo para rematar con la derecha sin lograr alojar el balón en la red. Ese primer acto finalizó con un centro de Dubarbier que no pasó del susto y con la sensación de que el Córdoba debía haber aumentado su ventaja en el marcador, si no por juego en sí, al menos por ocasiones.

El tercer Córdoba-Almería se inició tras el descanso y, probablemente, muchos de los que iban de blanco y verde (incluidos en la banda) aún no se explican qué pasó, ya que la libreta de la colocación defensiva y la salida fulgurante al contragolpe se quedó en el vestuario. Los de JIM consiguieron, inexplicablemente, desordenar al Córdoba. Cierto que sin ocasiones claras, pero tiraron la línea de defensa 15 metros más adelante que en el primer acto, lo que provocó que Deivid y Rossi se fundieran, prácticamente, con la zaga local.

Lo que era evidente es que en el primer cuarto de hora de ese segundo acto el Almería lograba tocar en la línea de tres cuartos, algo que antes era imposible, y aparecían Verza y, sobre todo, Corona. Para colmo, Wellington Silva se apuntó a la máxima de realizar siempre buenos partidos ante los blanquiverdes y la banda izquierda de los locales comenzó a hacer aguas de manera clara. A pesar de esas lagunas en la zurda y de los muchos pasos atrás del centro del campo, se persistió en esos errores. Y el Córdoba lo pagó con una internada de Míchel Macedo, que pilló a Edimar descolocado y a Ghilas con pocas ganas de hacer balance defensivo, lo que aprovechó el lateral derecho rojiblanco para fusilar a Juan Carlos.

El tercer Córdoba-Almería duró apenas cinco minutos. Djukic, con empate en el marcador, decidió retirar a Rossi y dar entrada a Zuculini. Pero el panorama no cambió. De hecho, a la falta de respuesta en lo que a ideas se refiere, se añadieron los errores individuales de nuevo. Y otra vez por banda izquierda. Edimar se encontraba de nuevo en otros menesteres y Ghilas, otra vez, tapó el centro de Wellington casi con la mirada. Se sumó a la fiesta de forma clamorosa Juan Carlos, que se tragó el balón por alto, y terminó la conga Pantic, que fue incapaz de despejar ante Míchel Macedo, que empujó con tranquilidad el balón a la red.

Y para terminar, el cuarto Córdoba-Almería. Un conjunto local en el que entraron Héldon Ramos y Abel Gómez por Florin Andone y Deivid, lo que transformó al blanquiverde en un equipo atolondrado, sin pies ni cabeza, con futbolistas que desaparecieron una hora antes y otros que la tablilla aseguraba que habían saltado al terreno de juego durante el encuentro. El Almería sí que demostró cómo controlar el duelo durante media hora sin pasar casi agobios y sin complejos, con madurez. Justo la que le sigue faltando a este equipo, que además se quedó sin ideas y con fallos individuales clamorosos tras un primer acto casi notable. Un Córdoba que fue mitad oro y mitad plomo.