Lo de menos era el plan de viaje. Hubiera dado igual ir el mismo día del partido en bus o haber llegado cuatro días antes, haber pernoctado en un hotel de cinco estrellas o en el camping de Hon- darribia, haber cenado con agua o con vino. Hubiera dado igual ir en avión que en bicicleta. El re- sultado hubiera sido el mismo.

Esta crónica, que empieza a escribirse a las ocho y media, podría haber sido relatada por la mañana, o el viernes, o el lunes, porque esta película tan terrorífica y humillante para la afi- ción blanquiverde se lleva vien- do casi toda la segunda vuelta, en la que el Córdoba solo ha sido capaz de sumar dos puntos.

No se puede hablar de suspicacias con este equipo. Se mantuvo fiel a sí mismo hasta su último día en Primera. ¿Primas por dejarse perder? Con este Córdoba no son necesarias. ¿Primas por ganar? Tan inútil como darle un millón a un bebé si consigue completar una maratón. Este Córdoba se ha abonado a la derrota y al bochorno y no ha puesto ningún empeño en evitar ni lo uno ni lo otro.

El pequeño arreón que dio ayer en los primeros minutos en Ipurúa es a lo máximo que puede aspirar. Luego se impone la cruda realidad. El Córdoba era testigo de un final de Liga apasionante, en el que lo único decidido era su plaza de descenso. En el minuto diez los blanquiverdes ya perdían por 2-0, convirtiéndose en el hazmereír del resto de la competición, que miraba a Ipurúa con el convencimiento de que solo se podía dar un resultado.

Cualquier línea que se escriba de este partido quedará vacía y restará valor a otras crónicas de verdaderos partidos de fútbol. Lo de ayer se puede calificar de simulacro. Había que jugar, tenía que ganar el Eibar y esperar a ver qué sucedía en otros campos para certificar la permanencia. El único aliño fueron los tres goles, especialmente bonito el primero, obra de Arruabarrena tras una jugada más propia del tenis. La defensa del Córdoba se quedó embobada y solo le faltó las palomitas, igual que en el segundo, tras saque de esquina y cabezazo de Navas, y en el tercero, con un pasillo de cine a Capa.

Así cerró el equipo de José Antonio Romero una temporada catastrófica. Ni primas ni orgullo. La mancha que quedará en cada uno de los jugadores del Córdoba será difícil de borrar. Ayer en Ipurúa solo había once jugadores deambulando y otros once pendientes del transistor. ¡Qué manera más triste de debutar como cordobesistas para Bijimine y Sergio García!

Relajados por el marcador y sin nada más que hacer, los futbolistas del Eibar tuvieron el detalle de darle el balón a los del Córdoba. Estos pudieron sentir durante unos momentos lo que es tener el dominio del encuentro, que no te ataquen, que te dejen dar pases y que te permitan efectuar disparos cerca del área. Los blanquiverdes al menos sintieron lo que es golpear el balón y que el portero lo detenga. El Eibar, equipo humilde que por primera vez jugaba en Primera y que ha logrado 15 puntos más que el Córdoba, le daba esta pequeña golosina a su desahuciado oponente.

Al escribir esta crónica, uno tiene la sensación de que no deja de repetirse, y de que es igual que la anterior, y que la otra, y que la de más allá, y menos mal que esto ya se ha acabado porque aburre. Intenta buscar palabras que definan lo visto y todas las que aparecen le producen pena. ¿Para qué seguir escribiendo de un equipo que se retrata solo en el campo?

Transmiten tanta tristeza los de Romero que incluso son capaces de contagiarla a su rival. Los últimos minutos del Córdoba en Primera ni siquiera fueron del propio Córdoba. Lo hicieron suyos los aficionados del Eibar, que llorosos no daban crédito a los goles del Deportivo ante el Barça (2-2) que les mandaban a Segunda. Lágrimas que no se han visto ni un solo día en El Arcángel. Son dos formas muy diferentes de despedirse. Los armeros lo hicieron con un público entregado y orgulloso que no dejó de aplaudirles incluso siendo ya de Segunda. Los blanquiverdes, hace siete días, con un estadio enfadado, avergonzado y semi vacío.

La historia dirá que el final de Eibar y Córdoba en Primera fue el mismo. Pero la memoria y el recuerdo se encargarán de decir que no ocurrió del todo así, que los caminos fueron bien distintos. La ilusión del Córdoba en Primera duró un puñado de jornadas, las del mes de enero. En menos de nueve meses ha dilapidado el ansia de fútbol que había en la ciudad. El Córdoba se va de Primera por la puerta de atrás, sin poder levantar la cabeza ni mirar a los ojos a nadie. ¿Hasta cuándo permanecerá el bochorno? ¿Hasta cuándo?

Estadio: Ipurúa

Asistencia: 6.000 espectadores, lleno absoluto. Se colgó el cartel de no hay billetes.

Terreno de juego: Correcto.

EIBAR: (1) Irureta, (2) Bóveda, (16) Lillo, (22) Navas, (17) Didac, (12) Borja, (14) Dani García, (7) Capa, (10) Arruabarrena, (23) Javi Lara y (21) Saúl Berjón.

Cambios:

(8) Errasti por Borja en el 30', (9) Ángel Fernández por Saúl en el 86' y (4) Añibarro por Capa en el 86'.

CÓRDOBA: (13) Saizar, (17) Gunino, (38) Fran Serrano, (15) Deivid, (11) Edimar, (6) Luso, (23) Abel Gómez, (16) Fidel, (18) Borja García, (35) Fede Vico y (28) Florin. ‡7Cambios:‡5

(36) Kabasele por Fede Vico en el 46', (9) Heldon por Abel en el 60' y (40) Sergio García por Fidel en el 78'.

LOS GOLES

1--0 (5') Mikel Arruabarrena marca de cabeza tras un centro desde la banda derecha de Capa, que no dejó caer el balón al suelo.

2--0 (10'): Raúl Navas remata sin oposición un córner lanzado por Javi Lara.

3--0 (33') Buena jugada personal de Capa, que avanza con el balón ante la pasividad de los jugadores del Córdoba, y bate con un tiro por bajo al guardameta Saizar.

EL ÁRBITRO

Javier Álvarez Izquierdo (C. Catalán)

Amonestó al local Capa.