Tom Dumoulin, pese a no tener equipo y comenzar a recibir ayudas extrañas de otras escuadras, ha demostrado este jueves en Riaza (Segovia) que es un líder consistente de la Vuelta, un jersey rojo que defenderá con garra la primera plaza de la general, sobre todo ante las embestidas de Fabio Aru, a solo tres segundos, que lo atacó hasta cuatro veces, pero sin descuidar a Purito Rodríguez, que buscó una ofensiva a 35 kilómetros de la meta.

Posiblemente fue un error, sobre todo del Astana, buscar un ritmo rápido y constante, veloz y sin sobresaltos, porque es así como mejor le iba a Dumoulin la ascensión al puerto de la Quesera, que era el obstáculo en una etapa disputada por carreteras estrechas e irregulares, donde una táctica, con ataques a ráfagas, que le hiciera romper la regularidad al jersey rojo, posiblemente le habría hecho mucho daño.

El ataque de fogueo lanzado por Aru sirvió para el espectáculo, pero no significaron ningún problema para Dumoulin. Alejandro Valverdetambién trató de sorprender porque confía todavía en pelear por el podio, pese a los tres minutos que lleva perdidos. Purito, en la parte final, solo peleó por aguantar al grupo principal, después de su ofensiva fallida, ayudado por Ángel Vicioso, su compañero, aunque tal vez no debía ser el escogido para esta misión.

Hubo fuga y dos corredores que se jugaron el triunfo, Nicolas Roche, el hijo de Stephen, ganador en 1987 de Tour, Giro y Mundial, su gran año, superó en el esprint final al veterano Haimar Zubeldia, que tuvo que conformarse con el premio a la combatividad. Este viernes llegada a Ávila, tras pasar por su sierra, y subir por el empedrado de la famosa muralla que rodea la vieja ciudad.