Este es el ambiente de un partido que comenzó en Primera y acabó siendo de Segunda:

La bolsa con la barra de pan entera, sin cortar. Otra bolsa, caliente por abajo. Registro. "Yo no llevo cervezas‡". Dos paquetes de gusanitos. Doritos. Un minuto más en la puerta del estadio y me va a estallar el estómago.

Un día menos de la semana. Los lunes no apetece ver fútbol ni quedar con nadie ni animar ni escuchar la radio camino al estadio, los lunes a las nueve, no. Son largos los lunes y uno ya llega cansado al final. Los jugadores no han hecho nada y también parecen cansados.

-- Niño, como te sigas dejando el flequillo largo no se te va a ver la cara.

-- Se ha descuidado la peluquera.

A ver de qué hablamos hoy.

El Getafe no motiva, el fin de semana queda lejos, trabajo no, que esto es para desconectar.

-- ¿Y si vemos el partido?

-- Probemos.

Hay neblina o es que tengo los ojos cansados.

Por la grada corre el listado de discotecas de Córdoba cada vez que la toca Bebé o Ghilas, y pitos. Qué mal huele esto. Solo lo puede arreglar el árbitro.

Ahora olor a jamón entre el chasquido de las pipas. Ghilas lleva un taconazo y una rabona; empieza a mosquear.

35 minutos para la primera jugada digna. "¡Bien ‡'peleao'!‡" Y con eso se conforma la gente.

Momento baño.

-- Ocupado.

-- Ocupada está la plaza de descenso.

-- Estos se van a Segunda.

-- No, estos se van cada uno a su casa.

-- Vaya peluca, niño.

Pero a veces ocurren cosas increíbles. El efecto Florin.

Florin, el único al que vitorean, incluso aunque esté calentando en la banda. Zuculini ni siquiera corre a celebrar el gol, se queda de rodillas golpeando con la palma de la mano el césped.

Las cosas increíbles a veces se repiten. 1--1, en propia puerta.

-- ¿Cómo ha sido gol, si no había nadie del Getafe? No puede ser verdad. Rebobinemos tres minutos atrás, por favor.

Y aún más cosas increíbles. 1--2.

-- Vámonos, que jueguen solos.

Todo ha sucedido en dos minutos. El silencio después de cada gol ha sido angustioso. Lo cierto es que con tres minutos de rebobinado no hubiera bastado. Medio año de errores.

El partido acaba con tres mil personas en la grada, o menos, todo vacío, desolador, más triste que un partido de Segunda, como un entrenamiento, como un jueves de partidillo. "¡Menos cubatas y más cojones!‡". Ghilas se encara con unos hinchas. El himno intenta callar a la afición. "¡Borrachos!‡".

Fuera, mientras la gente camina a casa para encarar el martes, un grupo de ultras se agolpa a las puertas del vestuario. "¡Esta noche, Palazzio -- Gongora!‡".

Las hemerotecas dirán luego otra cosa, pero lo cierto es que ayer, 9 de marzo del 2015, el Córdoba volvió a Segunda ocho meses después. Al menos eso decían todas las fotografías a las diez y media de la noche.