La perspectiva era halagüeña. En clave externa, algunos de los rivales cercanos, por arriba y por abajo, habían fallado y se la pusieron botando a un Córdoba que, en clave interna, saltaba a El Arcángel después de cinco partidos sin perder -seis si se cuenta la Copa-, aunque bien es verdad que con cimas y simas en su juego, en su planteamiento, incluso dejando entrever, una vez más, el alto riesgo de una plantilla corta.

Pero, mirada al frente y confianza en lo ocurrido numéricamente, porque delante tenía al Sevilla Atlético. No hay entrenador que no ensalce al rival en una previa, a veces, hasta el extremo. Evidentemente, este Sevilla Atlético, si se recuerda a los dos o tres anteriores que visitaron El Arcángel en menos de una década pierde en la comparación. No quita eso para que tenga chavales con una calidad indiscutible: los más llamativos, Ivi, Fede San Emeterio, Curro o Borja Laso. Pero también un mediocentro defensivo que ayer, hasta que se lesionó, se las llevó todas. Absolutamente todas. Por abajo y por arriba, y eso que mide 1,80. Con sólo 19 años, Yan Brice consiguió que durante casi todo el encuentro el Córdoba no tuviera paso por dentro. Eso sí, en la portería y en la punta de lanza, el nivel del filial hispalense no fue aprovechado con suficiencia por parte de un Córdoba que comenzó siendo dominado.

La puesta en escena de los chavales de Diego Martínez fue mejor. Con más balón, raseando, buscando las bandas, incorporando a los laterales arriba (a Matos, sobre todo), pero fallando en los metros de la verdad.

Una incursión de Guille Donoso -el mejor de los suyos- descubrió la costura en la portería hispalense. Y a por ella que se fue el Córdoba. O más bien el propio Guille, porque los blanquiverdes aprovecharon la profundidad del asturiano para ganar metros y convertirse en dominadores mediado el primer tiempo. Viendo al Caro sevillista, también lo probó Juli desde lejos e incluso Alfaro de volea desde el borde del área, ambos sin fruto. Pero el Córdoba se había sacudido esa sensación de control sevillista y rondaba el área de Caro. Una falta lateral botada por Guille estuvo a punto de alcanzarla Piovaccari de cabeza y otro disparo del asturiano hizo sacar lo mejor al portero sevillista. Parecía que el Córdoba miraba de frente al partido y a sus aspiraciones de meterse en ascenso directo, pero un cabezazo de Bernardo a saque de esquina obligó mucho a Kieszek y el duelo volvió a torcerse. Los últimos minutos del primer acto volvieron a ser sevillistas y, en esa fase, con ocasiones. Como el disparo que se sacó Fede San Emeterio desde el lateral del área y que terminó con el balón estrellándose en el larguero, o la de Ivi, ante el que respondió bien el polaco y, sobre todo, la de Matos, que cuando se plantaba solo ante Kieszek se dejó caer en una supuesta zancadilla de Luso. El Córdoba nunca supo parar a Ivi, que de nuevo en el min. 41 obligaba al portero blanquiverde y dos después era Lasso el que probaba fortuna con un disparo que le salió alto y desviado. Indudablemente, al Córdoba se le nubló de nuevo la vista en el tramo final de ese primer acto del encuentro.

El ritmo decreció un punto en la segunda mitad, aunque la tónica general era la sensación de peligro que transmitía el Sevilla con sus tres o cuatro hombres de calidad, mientras que el Córdoba sólo era capaz de generar a través del desborde de Guille Donoso, que la tuvo a pase de Alfaro pero se topó con Matos (min. 51).

El Córdoba enfocó y llegaron sus mejores minutos, con Piovaccari peleándose con los centrales sevillistas y sacando un disparo que obligó a una buena parada de Caro. Poco después, en el 70, Luso se topaba con el palo en un cabezazo a la salida de un saque de esquina. Oltra se vio obligado a quitar a casi su único argumento ofensivo, Guille Donoso, y minutos antes hizo el que le dio tan buen resultado en Soria: Bergdich por Caballero. Además, a 10 minutos del final, el Sevilla Atlético perdía a Yan Brice, con lo que los blanquiverdes, teóricamente, debían tener un mayor juego por dentro -con Juli y Alfaro-, no perdían por la derecha, con Pedro Ríos por el asturiano y con Bergdich dando más profundidad por la izquierda. Paradójicamente, no hubo nada de eso. Físicamente, el equipo no tuvo capacidad para meter una última marcha, el arreón final para vislumbrar el objetivo que se marcaba en el horizonte. Más bien al contrario. El Sevilla consiguió quitarle el balón y el Córdoba se alimentaba de balonazos largos a Piovaccari que, eso sí, se peleó absolutamente con todos, aunque sin resultado. Llegada la recta final del encuentro, el balance no era malo. Con las bajas suficientes como para tener que terminar la convocatoria con un jugador del filial blanquiverde, con una defensa en la que sólo uno de los cuatro se mantiene de la que se alineaba en los primeros encuentros, con el delantero centro titular sancionado y con un chaval de 21 años en la banda como único o al menos como gran argumento ofensivo, el punto no era malo después de contemplar el encuentro.

Pero una jugada de Ivi por la izquierda echó todo al traste. El delantero sevillista conectó con Pozo, que envió un centro raso al área pequeña en donde esperaba Borja Lasso, que tocó lo justo para desviarla a portería. Kieszek respondió bien, rechazando el balón, pero Lasso anduvo más rápido que el defensor y remachó a la red para romper el precinto de invicto a El Arcángel y destrozar la halagüeña perspectiva que tenía el Córdoba: antes del encuentro, meterse en ascenso directo; durante el mismo le perdió la vista por momentos y, finalmente, se quedó bizco.