Córdoba vivió ayer una jornada histórica más allá del fútbol. Una jornada de delirio por su larga espera: 15.553 días en concreto. En medio de un ambiente enrarecido por los sucesos trágicos de Madrid en la anterior jornada de Liga, en una semana que amenazó de nuevo con quebrar la paz social en el cordobesismo por los anuncios antiviolencia del club y su control de las redes, un argelino de confesión musulmana, para más inri, profanó la Catedral del fútbol español, San Mamés, con un tanto que le dio al Córdoba su primer triunfo en Primera 42 años y siete meses después.

Aquel 7 de mayo del 72, Fermín despidió al Córdoba de Primera con su famoso gol de penalti al Barça en El Arcángel que valió una Liga al Real Madrid. Hasta ayer, el equipo blanquiverde había acumulado este año del retorno 13 jornadas sin conocer la victoria. Siete puntos. 13 jornadas de caída libre anclado al último puesto de la tabla. Un relevo en la dirección técnica. 13 jornadas de desilusión, desafecto y descrédito. La victoria ante el Athletic de Bilbao por 0-1 supone un punto y aparte en medio de la tempestad y una luz a la que aferrarse como sea.

La situación, por delicada y compleja, se asemeja un poco a la vivida por la entidad en la pasada temporada cuando el equipo visitó al Sporting de Gijón en El Molinón asomado al precipicio del descenso a Segunda B. La misma debilidad en la tabla, las mismas dudas en la plantilla, el mismo run-run en la grada... Aquel triunfo sirvió de punto de partida en la heroica escalada hasta los play-off de ascenso. Lo demás es de sobra conocido... Una espoleta necesaria que situó a un Córdoba en entredicho hasta el último día con sus huesos en Primera. Y hasta ayer mismo que dio el campanazo en San Mamés ante el Athletic.

Pero por sorprendente y feliz, la victoria de ayer no debe solapar un análisis frío y responsable de la situación del equipo. Por mucho que los tres puntos (ya suma 10 en Liga) hayan aliviado la situación en la tabla, el equipo de Djukic sigue ofreciendo los mismos problemas desde el inicio del campeonato: falta de calidad y ausencia de ideas.

El triunfo ante el Athletic, que pagó caro un exceso de confianza que rozó la apatía en algunos momentos del primer acto, llegó más por oficio y empeño que por una evolución en el juego. El Córdoba volvió a ofrecer su cara de los grandes escenarios (Santiago Bernabéu y Vicente Calderón en el imaginario colectivo) ante un equipo sin tensión por momentos y sorprendido por una casi perfecta interpretación del fútbol de contención.

El Córdoba destacó en su interpretación del posicionamiento defensivo con las líneas juntas, solidario en los esfuerzos y las coberturas, bien coordinado en los movimientos y bien organizado. El planteamiento se le atragantó al Athletic, convencido de su superioridad. El gol de Ghilas, en el minuto 22, solo vino a complicar aún más las cosas a un equipo de Champions que no encontró soluciones hasta el segundo tiempo y en las acciones a balón parado. En medio del asedio, Djukic demostró mucha inteligencia con los cambios para reforzar sus tesis que, sin ser vistosas en lo ofensivo, sí que resultaron letales y efectivas para arrancar los primeros tres puntos de una tacada en la Liga. Una Liga que parece otra.