La difícil tarea de sugerir un plan el miércoles por la noche y que salga adelante.

-- ¿Tu padre verá el Córdoba o el Barça?

-- A mi padre le gusta el fútbol, el fútbol de verdad.

Empezar a tirar de contactos porque nadie se puede colar en la rutina de un miércoles de abril, da igual que sea primavera, que no haga demasiado frío, que no anochezca hasta las nueve. Un miércoles seguirá siendo un miércoles

-- ¿Vamos a ver el fútbol en algún lado?

-- ¿Tú cómo estás de natación?

Anteponer cualquier plan al Córdoba, que sigue siendo miércoles, no se olvide.

-- ¿Córdoba o Barça?

-- Nada de fútbol; tengo lío con el fotógrafo de la boda.

Un libro. Un miércoles así de nublado sí es buen día para un libro, algo de épica griega viene bien. En el brazo del sofá el móvil se está cargando, ni siquiera la radio puesta, solo un vistazo a internet muy de vez en cuando.

-- ¿Veréis el Madrid?

-- Estoy en clase.

Pasar junto al bar y ver en la televisión al Barcelona contra el Almería. El de al lado, con cuatro pantallas y en las cuatro el Córdoba, y un muchacho ancho de espalda y con la cabeza rapada gritando:

-- ¡Llevo diez partidos diciendo que nos salvamos!

Suena el móvil, el típico amigo que nunca llama y que seguramente estará aburrido esperando a que empiece el partido del Madrid.

-- No pienses que te lo voy a coger mientras juega el Córdoba.

-- Era para darte buena suerte y evitar que hagáis récord.

El récord. Once partidos seguidos perdiendo.

-- Es mucha tela, eh. Y que llegan a 19.

En la calle no se escuchan ni los goles del Barcelona ni el del Córdoba, y sí el chasquido del caracol al caer en el barreño.

-- Yo siempre confié en Florin, tanto Ghilas ni tanto Ghilas.

Es miércoles y en las mesas hay mucha fanta de limón y coca cola sin azúcar, pero también salen las botellas duras y, la verdad, choca mucho. Choca menos la crueldad del gol en propia puerta, pero nadie habla de mala suerte.

-- Ahora que sigan echando el balón atrás en contragolpes.

No hay tumulto para pagar y alguno se queda embobado mirando la tele, en silencio, contemplando las caras tristes de Juan Carlos, Florin y Krhin; y siente que hoy es otro de esos días en los que sabe que ha bajado a Segunda.

-- ¿Pero mañana saldrá el sol?

-- Bueno, está un poco nublado.

-- Ya he acabado la falda.

Eso sí son las cosas normales de un miércoles.