Este cierre de mitad de Liga en El Arcángel vale como ejemplo de lo que ha sido el regreso irregular del Córdoba a la élite. Un equipo de dos caras y poco fondo. Un equipo por hacer pero en el camino adecuado tras el volantazo de Djukic y los aciertos del mercado de invierno.

Una primera vuelta redonda, más que por los resultados, sin duda maquillados en este 2015 de buenas decisiones y nuevas apuestas (7 de 9 puntos y fuera del descenso), porque el equipo ha vuelto a un punto de partida que inició allá por agosto ante el Real Madrid. Una segunda oportunidad de las que hay que aprovechar en la vida. Y es que tan sorprendente como esperanzador fue aquel arranque en el Bernabéu como anoche la primera parte ante el Eibar, la mejor que se haya visto esta temporada.

Puede que el cordobesismo se fuera al descanso con un gusto parecido al de aquel 25 de agosto y al mismo tiempo con todo por hacer. Incluso contrariado. Sin embargo, de aquella cita más efectista que efectiva vino, tal vez, todo lo demás. Como ayer. Porque al Córdoba, a aquel mismo Córdoba que gustó en el Bernabéu pese a caer derrotado, se le ven todavía hoy las mismas costuras de un equipo por hacer. Un discurso con la misma desconexión que anoche mostraron en muchas fases algunos jugadores, incluso cuando mejor lo hacían entre olés del público, que volvieron a evidenciar las dos velocidades de la actual plantilla, escasa de efectivos para aguantar los 90 minutos e inexpertos, la mayoría, en la gestión de ventajas tan claras como la del primer acto ante los vascos, tras una gran primera mitad. Insisto, la mejor del curso.

Porque solo se crece desde la autocrítica y la toma de decisiones, el Córdoba ha sabido reaccionar con acierto en este mercado de invierno, aunque debe rematar aún con refuerzos y varias salidas. De momento, le ha valido con dos más uno, Bebé, Edimar y Florin Andone (que estaba y no), junto al buen manejo de Djukic en lo técnico táctico, el compromiso y la intensidad de Ghilas, los chispazos de Cartabia, el equilibrio de Deivid... para salir a flote, fuera del descenso. Pero desde aquel comienzo se evidenció la necesidad de reforzar ambos laterales (ya solo queda uno) y el pivote. Ayer, ante el Eibar, la desconfianza en el banquillo fue palpable y su intervención, sobre todo por los relevos de Florin y Ghilas, decisiva en la bajada de la intensidad.

UNA SEGUNDA VUELTA DURA Además, la segunda vuelta es larga y las piernas tiemblan más que ahora. Si algo quedó claro en Madrid y anoche en El Arcángel es que solo la intensidad y el convencimiento pueden multiplicar las probabilidades de éxito de una plantilla tan ajustada como endeble. En el Bernabéu, ante el líder, y lo mismo que ante los siete primeros no fue suficiente, era de esperar, pero en las últimas jornadas se ha demostrado que a poco que el equipo se refuerce en dos o tres posiciones (medio y primera línea sobre todo) puede optar a convertir los empates de su Liga (Espanyol, Real Sociedad, Deportivo, Eibar... en casa, donde se escaparon) en triunfos de salvación.

Por eso, como dijo Djukic, aparte de práctico y efectivo, el equipo ha de ser productivo en esta segunda vuelta que se avecina. Y si de paso cae algún refuerzo más, mejor que mejor.