con el dinero que, en teoría, tendría destinado el Barça para remodelar la plantilla (50 millones de euros este verano más lo que se obtenga por las ventas) no le llega para casi nada. El mercado, inflacionado al máximo por la lluvia de millones que ha recibido la Premier, marca su ley. Y los planes del club azulgrana, que necesita un lateral derecho, un interior y un extremo para complacer a Valverde, se ven alterados. No solo porque necesita jugadores de primer nivel mundial, capaces de ser titulares desde el primer día en que aterrizan en el Camp Nou -a diferencia de lo que sucedió la pasada temporada, cuando el Barça firmó «suplentes»-, sino porque el ratio salarial de la plantilla está al límite. Las renovaciones de Neymar, Suárez y, por supuesto, la próxima de Messi, unidas a las de Mascherano, Busquets y Rakitic, dejan sin mucho margen de maniobra a la junta, obligada además a no cometer errores si quiere recuperar la hegemonía perdida en la Liga y en la Champions.

Como ocurre en el campo, el tridente, para bien o para mal, lo condiciona todo. Tanto a nivel táctico como económico. Por sí solos, los tres (Messi, Neymar y Suárez) tienen tal masa salarial que complican inversiones futuras, pero el Barça necesita energía nueva para revitalizar al equipo. Tal y como anda el mercado, el club azulgrana debe ajustar muy bien sus objetivos para no equivocarse. El Manchester City de Guardiola, por ejemplo, ha invertido casi 100 millones en solo dos jugadores: Bernardo Silva, el interior del Mónaco, le costó 50, sin contar variables, y para llevarse a Ederson, portero del Benfica, ha necesitado 40 más, convirtiéndole en el segundo meta más caro de la historia tras Buffon (52 millones pagó la Juventus por él en el 2001).

En los tres años de la era Bartomeu (asumió la presidencia en enero del 2014), el Barça ha cambiado más de la mitad de su plantilla, incorporando a 15 jugadores, con una inversión de 332 millones de euros. Pero todavía hoy vive del impulso que dieron en su momento Andoni Zubizarreta (el director deportivo despedido con malas maneras en enero del 2015, tras la derrota en Anoeta) y Luis Enrique, quien en su primer año como técnico azulgrana logró el triplete. Desde entonces, han llegado 8 de esos 15 jugadores y solo Umtiti se ha colado en el once inicial, uniéndose así a Ter Stegen (12 millones pagó el Barça por él, o sea, una ganga), Suárez (81) y el imprescindible Rakitic, que costó solo 18 millones, la mitad que André Gomes (35) o Arda (34).

El club lleva tiempo rastreando el mercado. Busca el lateral derecho titular que no fichó tras la marcha de Alves la pasada temporada a la Juventus sin cobrar ni un solo euro en esa operación. Todas las opciones que maneja el Barça son caras o muy caras. El Arsenal quiere 50 millones por Héctor Bellerín, salido de las categorías inferiores azulgranas, y el Benfica ha tasado a Nelson Semedo, el joven defensa (23 años), en 40. Por lo tanto, en un solo jugador el Barcelona habría liquidado todo su presupuesto veraniego de fichajes.

Pero Valverde, y el equipo, necesitan algo más que un lateral. Persigue un centrocampista de nivel, capaz de competir desde el primer día con el trío Busquets-Rakitic-Iniesta, empeñado como anda el técnico en potenciar esa zona tan estratégica del juego azulgrana. Por mucho que el fichaje de un lateral específico abra el retorno de Sergi Roberto a su posición natural de interior o incluso de medio centro como alternativa a Busi. Marco Verratti, el centrocampista italiano del París SG (24 años), es la pieza escogida. Pero como pasa con Bellerín, es una pieza cara.

VENDEDOR / Además, el Barça, a diferencia del Madrid, no suele ser un buen club vendedor, pese a que, curiosamente, en la época Bartomeu se han hecho los dos mejores traspasos de la historia. Sucedió en el verano del 2014 cuando llegaron 42 millones al Camp Nou del Arsenal por Alexis y 33 del Chelsea por Cesc. Este verano, sin embargo, esas expectativas de ingresos por Arda Turan y Mathieu son menores, a no ser que se vendiera un titular o Rafinha se planteara su salida.

A menos de un mes para que Valverde se ponga el chándal (12 de julio), el club solo ha hecho un movimiento: el ascenso del joven brasileño Marlon. «Es un privilegio seguir aquí», comentó el central, de 21 años, que renovó hasta el 2020. Ni rastro aún del lateral ni del centrocampista ni tampoco del extremo (Deulofeu, Dembelé) que le encantaría tener al Txingurri, acostumbrado como está a jugar con hombres puramente de banda.