A las 13.14 hora local mexicana crujió la tierra como si el mundo se fuese a resquebrajar con la fragilidad de la porcelana. A esa hora, Paco Jémez, el entrenador cordobés que hace las américas al frente del Cruz Azul junto a los también exblanquiverdes Juan Luna Eslava y Jorge Ramírez, vivió en Ciudad de México cómo quedaba al albedrío de uno de los temblores de tierra más devastadores de los últimos años, de 7,1 grados. El Cruz Azul se encontraba concentrado en un céntrico hotel en las horas previas al partido de Copa MX que debía enfrentarle al América, en el mítico estadio Azteca, cuando... «vimos cómo se desencajaban los marcos de las puertas. El terremoto solo duró entre 10 ó 15 segundos, pero fueron eternos», recuerda el del barrio de Fátima.

El desalojo del Cruz Azul del hotel se hizo sin incidencias. El edificio, un complejo moderno, de muros sólidos, resistió bien la embestida de la naturaleza y solo una sinfonía de cristales rotos pusieron en jaque al personal de mantenimiento. Mientras, Paco Jémez, Juan Luna Eslava y Jorge Ramírez ponían junto al equipo rumbo a sus hogares. Al susto que envolvió a los miembros de La Máquina, que es el nombre cariñoso con el que la hinchada conoce al Cruz Azul, le acompañaron buenas noticias, pues el ecuatoriano Ángel Mena, jugador a las órdenes de Paco que se encontraba en casa con la familia, había logrado salir del edificio en el que vivía solo minutos antes de que este se viniese abajo y quedase reducido a escombros.

A eso de las 12.00 hora española, un cruce de mensajes vía whatssap ponían un epílogo tranquilizador a este episodio en la aventura americana de Paco Jémez, Juan Luna Eslava y Jorge Ramírez. «Todos bien. Pero hemos vivido una situación que no te puedes imaginar», concluía el exjugador y extécnico blanquiverde. Y no lo dudaba. Desde que conozco a Paco Jémez, y entonces era un juvenil que lucía pelusilla en el bigote de adolescente, ha demostrado que es más fuerte que cualquier desafío de la tierra.