Román Piña publica El general y la musa (Sloper), su nueva novela cuatro años después de Stradivarius Rex , insistiendo en una literatura traviesa, lúdica, libérrima, cómica y próxima a lo fantástico. Y sobre todo irreverente. En esta ocasión ha escogido para sus juegos de ventrílocuo al general Franco de 1933. Siempre ha recurrido al humor, pero esta es su primera obra 100% disparate, sin el contrapeso de la vena macabra y sentimental que le venía caracterizando en obras como Gólgota . Las primeras críticas parecen volver a aplaudir su experimento. Es un rastreador de otros escritores, que promociona desde la revista La Bolsa de Pipas y los libros de Sloper, un proyecto que nació en 1995.

--Cuente a los lectores cómo le surge la historia, cuál es la chispa que la enciende.

--No sale de una chispa sino de una copa de whisky y un puro caros. Invitaban. En la cogorza y la tertulia bromeamos con contribuir a la manida memoria histórica con una novela loca sobre el caudillo, plato favorito de este país necrófago.

-Elige la primera persona para contar las peripecias de Franco en Mallorca...

--La primera persona y el formato de diario. Una fórmula muy sencilla para escritores un poco vagos y limitados. Pero era fundamental que la voz del narrador fuese la de Franco, el reto no era meterme yo mismo en la piel del famoso personaje histórico, sino meter también a los lectores para descubrir juntos a alguien inesperado.

--¿Existe alguna parte o indicio de la estancia del protagonista en las Baleares que pudiera tomarse como real? El jazz, los clubes nocturnos...

--Es histórica su estancia en Mallorca en 1933, destinado por el gobierno en la Comandancia Militar de Baleares, siendo general de Brigada. Que le gustara el jazz o frecuentara burdeles lo dudo mucho. Todo lo que le hago vivir a Franco es inventado. Lo que hizo de verdad no me interesaba nada.

-A medida que la vida de Bohemia invade al protagonista, aumenta su lucidez, empieza a resolver sus problemas.

--En realidad, no. Aumenta su delirio, su confusión, su ceguera. Sueña con Patricia Conde y se atormenta porque no sabe quién es. Su cerebro se dispara y crea historias sin parar. Historias que al lector le sonarán, como una que se parece mucho a la de Ben Hur al principio y al Planeta de los Simios luego. Tiene visiones del futuro. Se obsesiona con el rastro de Chopin en la isla. Se libera de su pasado militar, pero porque se deja narcotizar por la literatura y sobre todo el jazz.

--Sirenas, Robert Graves, Chopin, personajes que pueblan la novela...

--Graves y Franco se hacen íntimos. Abanderan el nudismo en Europa. Hablan de Julio César o Aníbal Barca. Mientras Graves escribe Yo Claudio , ayuda a Franco a desentrañar ciertos misterios. En el mar mallorquín he metido sirenas porque son el reflejo del sueño de Franco, el rebote de esa Patricia Conde imposible.

--¿Qué otros personajes históricos surcan la novela?

--El escritor Lorenzo Villalonga se hace amigo también de Franco. Salen Largo Caballero y José Antonio Primo de Rivera. Un rico coleccionista de arte y pintor, Juan de Saridakis, primer dueño del actual palacio de Marivent. Franco incluso, tras las huellas de Chopin, acaba en París donde se topa con Gertrude Stein, Henry Miller y Modigliani.

--En cosa de libros, el humor y la guasa es algo muy serio.

--El humor es una manera de estar en el mundo. Lo serio es estar en el mundo. Los libros de humor no tienen que defender su derecho a existir.

--Hablando del humor, sus novelas están impregnadas de él, ¿concibe la novela sin ese elemento? Dicho de otro modo, ¿podemos esperar algo de Román Piña en otro género, drásticamente diferente?

--Puedo escribir una novela sin pizca de gracia siempre que no pase de 40 páginas. Si las supero me va a salir el payaso reprimido. Para escribir una novela que no sea descaradamente un disparate, necesito un mecenas que me retire de toda ocupación para no hacer otra cosa que escribir durante unos meses. Escribo con humor solo cuando voy de culo, como terapia. O sea, siempre.

--¿Qué hubiera sido de este país en caso de haber sucedido lo que la novela propone: Franco desertando y alcoholizado y bohemio en las Baleares para el resto de sus días?

--Me gustaría poder decir que hubiésemos contribuido a cambiar la historia del jazz en lugar de a perfeccionar el armamento de la Segunda Guerra Mundial. Pero me huelo que hubiera pasado más o menos lo mismo: una guerra civil con otro caudillo. Con suerte una dictadura más corta.

--Cualquiera que lo conozca, o lo busque en el Google, puede saber de sus gamberradas, literarias o no literarias, ¿de cuál está más orgulloso? ¿Y cuál no ha hecho pero le gustaría?

--Me gustaría ir a recibir un premio millonario y en el momento de ser fotografiado desaparecer del escenario dejando una nube como Edward Norton en El Ilusionista . También me gustaría lanzar a la atmósfera un virus que obligase a los peluqueros a tener en sus establecimientos revistas de literatura en lugar de esa basura que tienen.

--Huelga decir que estamos todos necesitados de buenas noticias y, a falta de ellas, de evasión, de risas. Lo que hace muy recomendable El general y la musa . Denos más antídotos a la realidad.

--Cerrar los ordenadores. Pasear de madrugada. Leer a Jenofonte. Tocar raggtime con guitarra. Hacer masa de pizza o soñar que una caricia tiene poder fecundador de quintillizos.

--¿Está más cómodo como novelista o como articulista?

--Ambos espacios sufren mis manías, mi empeño en conseguir la amenidad y la sonrisa. Como novelista obtengo el placer de optar a elevar un edificio que se sostenga y como articulista el de colocar una columna en ruinas en un foro arruinado. Uno quiere triunfar en lo que tiene más dificultad, que es la novela. Y que se note en el bolsillo. Pero en estos tiempos de penurias puedo dar gracias de verme reconocido como articulista.

--¿Y su faceta de crítico, asoma a la hora de ponerse con la novela o la amordaza bien amordazada?

--Ya no me acuerdo casi de mi faceta de crítico. Ya no hago crítica. Pero en Stradivarius Rex y en El General y la Musa hay opiniones literarias. En la primera hago una parodia de la novela histórica, y en la segunda pongo a Franco con Azaña a analizar poemas de García Lorca. Y por cierto Franco hace un importante hallazgo en unos versos de Poeta en Nueva York .