Recientemente se han desplazado a Lucena representantes de varias firmas interesadas en la compra de la factoría de Bilore. Hace año y medio que quedaron desiertas las correspondientes subastas de la instalaciones y desde que cerró esta fábrica, hace más de una década, han sido infructuosas las negociaciones que desde distintos ámbitos se realizaron para poner en valor una empresa que generaba beneficios y que ofrecía varios centenares de empleos en esta localidad.

Desde su cierre algunos de sus trabajadores se movilizaron para evitar que se perdiera la actividad de esta fábrica que hace dos años cumplía medio siglo de su apertura. Estos trabajadores conocían el potencial de esta firma de detergentes y de esta factoría en concreto, que contaba con todos los recursos humanos y técnicos para seguir abierta y estaba creciendo pese a la fuerte competencia existente en el mercado, con destacada presencia de firmas multinacionales.

La localización de la planta en el centro geográfico de Andalucía la hacía competitiva, lo mismo que ahora sigue siendo atractiva por el valor añadido que suponen los reducidos costes para la distribución en el sur de España y el norte de Africa.

Desde su cierre, algunos de sus trabajadores, convencidos de estas potencialidades, mantienen vigiladas las instalaciones para evitar que los amigos de lo ajeno desmantelaran la fábrica. Sin embargo, este celo de dichos trabajadores se ha visto truncado de manera puntual en alguna ocasión por los ladrones, que se hicieron sobre todo con el material eléctrico de la factoría.

Desde que quedó desierta en Lucena la tercera y última subasta pública de la factoría, que salió en 1.440.000 euros, precio al que fue bajando desde los 2.400.000 euros fijados en la primera convocatoria, los interesados en la misma parecen haberse dado un tiempo para la reflexión. Ha sido en las últimas semanas cuando algunos de los interesados están haciendo llegar sus ofertas al órgano liquidador fijado por el juzgado para llevar a cabo la venta. Al parecer, alguna de estas ofertas, que rondan el millón de euros, parecen haberse descartado en algún momento.

En el proceso de subasta estaba previsto que la adjudicación y transmisión se haría libre de cargas, gravámenes y arrendamientos, salvo afecciones fiscales a favor del adjudicatario, quien debe asumir todos los gastos e impuestos inherentes a la transmisión, incluidas las plusvalías. También serían por cuenta del adquirente todos los gastos de derribo y transporte, clasificación y retirada de materiales tóxicos, descontaminación y otros que pudieran producirse, conforme a lo dispuesto en el plan de liquidación aprobado judicialmente. Los bienes que se sacaron a subasta son una parcela con una superficie de 29.963,13 metros cuadrados, de ellos más de 10.000 cubiertos, que linda con el polígono de La Viñuela y El Cascajar. Como no se presentó nadie a la tercera subasta, los liquidadores se quedaron con las instalaciones, que pueden venderse por lotes. Esta última es una posibilidad de futuro que exponían algunos de los antiguos trabajadores de esta empresa, pionera en el despegue industrial local.

Hay que tener en cuenta que para Lucena la adquisición de Bilore por alguna empresa del sector sería todo un revulsivo y una oportunidad para los trabajadores y para la empresa de contar con mano de obra cualificada. También sería una alternativa para avanzar en la diversificación de la economía local.

Los antiguos trabajadores insisten en que Bilore nunca debió de cerrar sus puertas en Lucena, dado que esta empresa de detergentes contaba con una importante cuota de mercado y una gran red de distribución tanto en toda la geografía española como en algunos mercados europeos.