Los constantes robos y el pillaje están desmantelando en Lucena buena parte del patrimonio industrial abandonado debido a la crisis. Un ejemplo de esta situación es que los ladrones prácticamente han terminado por desmantelar las instalaciones de la empresa Lacados del Sur. Esta firma cerró sus puertas hace varios años y desde entonces la fábrica ha sido objeto de robos de manera continua. Así, en algunos lugares de la factoría solo quedan las paredes, pues los ladrones están llevándose las planchas que cubren los tejados, después de desaparecer los transformadores y el cableado, e incluso la valla perimetral.

Las instalaciones de Lacados del Sur, con más de 10.000 metros cuadrados, están situadas en la carretera de Puente Genil, cerca del cruce que va hasta la aldea lucentina de Las Navas del Selpillar.

Otro ejemplo de saqueo constante es la empresa Bilore, que quedó desmantelada en cuanto a sus instalaciones eléctricas. En esta emblemática firma del sector de los detergentes los ladrones se llevaron más de 10 toneladas de cobre y destruyeron la mayor parte de los centros de transformación de que dispone la antigua factoría.

Cerradas hace casi una década, las instalaciones --situadas junto al polígono industrial de La Viñuela-- se mantienen en pie gracias a la buena voluntad de varios veteranos operarios que desarrollaron prácticamente toda su trayectoria laboral en una empresa que fue pionera del despegue industrial lucentino y que sigue siendo un claro referente de desarrollo económico de la localidad en las últimas décadas.

ABANDONO El abandono sigue haciendo mella en Bilore y prueba de ello es que paulatinamente continúan cayendo parte de los muros y techos de las naves. Bilore tiene unas instalaciones de 29.000 metros cuadrados y ello hace difícil su vigilancia, dado que a ellas han entrado bandas de ladrones --a veces integradas por más de una docena de personas-- que se dedican a cortar y arrancar de cuajo el material de cobre, las canalizaciones eléctricas, cuadros de las diez líneas de envasado, etcétera.

Así las cosas, la crisis sigue haciendo mella en el patrimonio industrial de Lucena, dado que poco a poco van cerrando empresas y quedan abandonadas numerosas naves, que en muchos casos se han convertido en un monumento a la desolación y un fruto apetecido para los amigos de lo ajeno.