El municipio minero de Espiel, en pleno del valle del Guadiato cordobés, el Domingo de Resurrección amanece con disparos de trabucos "matando" a los Judas, unos muñecos de paja y ropa vieja que cuelgan de las encaladas casas, para celebrar el triunfo del bien sobre el mal.

Ni siquiera el cronista oficial del pueblo sabe datar el origen de esta celebración a caballo entre lo profano y lo pagano, pues, aunque la religiosidad de la tradición en sí no es muy evidente, el momento culmen, cuando se "mata" a los Judas con escopetas de munición, antiguamente con trabucos como los de los bandoleros, va precedido de una solemne misa a las 7 de la mañana.

Sin embargo, Florencio, un espeleño de 92 años, y su esposa María, de 84, cuando ayer llegaron de trabajar en el campo, contaron a Efe que "en vida de sus padres" ya se reunían los amigos el Sábado de Gloria para hacer con ropa vieja muñecos de paja.

María cuenta, con cara de pilla, "lo malos" que eran, porque metían "botes de pintura 'colorá' para que, cuando le pegasen el tiro, la gente se manchase". También había quien, entre la paja o la hierba, colocaba ratones o harina para que los muchachos se pusiesen perdidos.

Y es que la tradición manda que la noche de antes del Domingo de Resurrección familias y amigos fabriquen, con harapos viejos que cosen o atan y llenan de paja, muñecos que inicialmente podrían representar al Judas Iscariote bíblico, pero que desde los años 80 reproducen personajes populares.

Por ejemplo, la familia Serna este año ha fabricado a Juan, el muñeco de la chirigota ganadora del concurso del Carnaval de Cádiz "Si me pongo pesao me lo dices". En su momento, también representaron al Curro de la Expo 92 o a la duquesa de Alba e incluso a una señora del pueblo "que se casó con un viudo", han recordado, mientras fabricaban los muñecos de paja.

Esta familia ha querido este año recuperar "tradiciones de los abuelos y bisabuelos", como la de "la torta de Pascua": masa de pan enriquecida con azúcar, un huevo duro en el centro y una cruz hecha con la misma masa.

Así, las familias espeleñas pasaron la noche más corta del año, por el cambio horario, cosiendo ropas viejas y rellenando de paja o hierba los Judas, que esta mañana, cuando empezaba a amanecer, han colgado en "guitas" (cuerdas) de casa en casa.

Y, justo al acabar la misa de las 7 de la mañana, una decena de hombres con escopetas de pólvora han dado los pistoletazos de salida a la procesión, tras la que ha comenzado el recorrido para "matar" a los Judas a plomillo limpio por las empinadas calles de casas bajas.

Cuando los Judas ya están agujereados, los chiquillos han tirado de las piernas de los maltrechos muñecos, han sacado la paja y se la han tirado a sus amigos.

Así han recorrido las calles del pueblo de donde colgaban los muñecos y han dejado una alfombra de paja, hierba y serrín entre las risas y las carreras de los niños, mientras sus abuelos los miraban con la satisfacción de revivir sus vivencias infantiles, que ya tienen asegurada la supervivencia.

Y, para finalizar la jornada, las mujeres del bar de la plaza del pueblo han preparado unos deliciosos churros con chocolate, un buen reconstituyente con el olor a pólvora y a serrín aún en el ambiente.