Con independencia de las interpretaciones que puedan hacerse del último conflicto conocido de Podemos en la provincia de Córdoba, la lectura de este desencuentro tiene una lectura en clave nacional. Y es que los desencuentros orgánicos que se han recrudecido en los últimos días tienen su génesis en la decisión de Iñigo Errejón y Sergio Pascual --destituido finalmente como secretario de Organización a mediados de marzo-- de hacer prevalecer sus posturas en una provincia que, hasta entonces, había logrado mantenerse al margen de las luchas intestinas por controlar el poder en la formación.

De este modo, la designación de Marta Domínguez como número uno de la candidatura cordobesa de Podemos al Congreso generó un gran descontento en las bases, que vieron cómo su candidato elegido en primarias, Antonio Manuel Rodríguez, era desbancado por la dirección nacional, tras haber sido anunciado como cabeza de lista por Córdoba.

El malestar que provocó esta decisión se hizo patente en el manifiesto que suscribieron trece de los 15 parlamentarios andaluces de Podemos, con Teresa Rodríguez a la cabeza. Dicho documento logró reunir un millar de firmas en apoyo a Antonio Manuel Rodríguez, entre las que también se encontraba la del exfiscal Carlos Jiménez Villarejo, eurodiputado de Podemos que terminó abandonando la formación el pasado mes de marzo por la negativa de Pablo Iglesias a la investidura de Pedro Sánchez.