El nombre de Montilla está indisolublemente unido al de sus vinos. Gracias a ello, en la localidad siguen manteniéndose algunos oficios tradicionales vinculados a este mundo que, en los últimos años, han despertado el interés de los consumidores más exigentes de Centroeuropa.

Es el caso de la venencia, un viejo oficio que surgió con la idea de comprobar el estado de los caldos que se criaban en las bodegas de botas y que de un tiempo a esta parte "se está imponiendo casi como una moda en eventos gastronómicos y sociales", tal y como destaca el venenciador profesional José Carlos Márquez Galindo.

No obstante, con el paso del tiempo, esta forma de extracción del vino ha sido sustituida por otras técnicas más modernas, quedando en la actualidad relegada a eventos especiales o ferias profesionales. Por este motivo, el Ayuntamiento de Montilla ha promovido para este mes de agosto un taller de venencia con el que se ha pretendido "no solo que los jóvenes conozcan y valoren una tradición montillana como es el arte de venenciar, sino que además lo contemplen como una salida laboral".

Guiados por las manos expertas de José Carlos Márquez, los alumnos han aprendido el oficio en la Casa de la Juventud, ensayando con agua a diferente temperatura, para así adecuar el vino en las copas.