Grados y postgrados más adaptados al mercado laboral, más oferta formativa en inglés, investigadores con incentivos, más proyección internacional y una imagen corporativa más sólida. Ese es el boceto que dibuja el nuevo Plan Estratégico de la UCO, la universidad en la que quiere convertirse de aquí a cuatro años. Con el firme propósito de no quedarse atrás en un mundo que avanza a un ritmo vertiginoso, este plan propone una serie de en acciones concretas con las que conseguir que el sistema evolucione lo más rápidamente posible. Y es que el análisis de la Universidad ha revelado importantes carencias que van desde el déficit de competencias idiomáticas a la baja tasa de profesorado extranjero, los escasos niveles de proyección e internacinalización de la UCO, las dificultades para retener talento o la excesiva burocratización de los procesos académicos.

Según el vicerrector de Planificación Académica de la UCO, Lorenzo Salas, el plan señala entre las líneas de actuación prioritarias la apuesta por la internacionalización y la adaptación de la oferta de títulos de grado y postgrado a las demandas del entorno socioeconómico y a las necesidades de las empresas «con el fin de mejorar la inserción laboral de los egresados». Un doble reto que se pretende materializar «aumentado la oferta formativa en inglés, mejorando los programas de movilidad, el número de convenios internacionales que permiten tener dobles titulaciones internacionales y captando más estudiantes extranjeros de grado y postgrado». Salas insiste en que «hoy en día es casi imposible encontrar un trabajo en el que no sea necesario el uso continuado de varios idiomas» por lo que «cualquier mejora en este sentido, aportará muchos beneficios tanto a alumnos como a profesores y demás personal».

En cuanto a la dotación presupuestaria del plan, el vicerrector asegura que «el presupuesto de la UCO de los próximos cuatro años se diseñará en función de estas prioridades» con el fin de evitar que la falta de medios se convierta en un lastre. Según Salas, el plan introduce como novedad «un horizonte temporal más corto, de cuatro años frente a los diez del anterior, y la existencia de una serie de indicadores de medición del logro de los objetivos y de asignación de responsabilidades en la ejecución de cada acción». Esto permitirá, según Salas, «ir rindiendo cuentas a la comunidad universitaria y realimentar el plan si hubiera que modificar alguna cuestión».

Otra novedad es «la incorporación de una fase de exposición pública» (abierta a aportaciones actualmente) que dará la oportunidad de expresar su opinión a cualquier persona interesada, forme parte o no de la Universidad.